[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ recomendados ] [ nosotros ]
Rafael MarínComic inverosímil
Umbrales
Rafael Marín


50 obras maestras del comic de cf (IX)

Capitán Hispacón
de Celso Tarragonés
(1961)

Uno de los productos que la experiencia de la Guerra Civil Española trasvasó al campo del comic de ciencia-ficción y que, de rebote, plantó las bases de lo que hoy es el fandom en España, el Capitán Hispacón supuso el aldabonazo sobre el cual se estructurarían luego universos narrativos en cuatricomía como Marvel Comics o la renovada línea DC, en tanto que su autor, Celso Tarragonés, exiliado en México primero después de la contienda fratricida y pionero camisa mojada en el sur de Estados Unidos más tarde, presentó su proyecto a las editoriales americanas que, asustadas aún por la caza de brujas mcCarthista y enredadas en el Comics Code Authority (esto es, las castrantes indicaciones de auto-censura que imposibilitaban e imposibilitan todavía que el arte del comic pueda avanzar hacia un público verdaderamente intelectual y adulto), lo rechazaron. Sin embargo, las similitudes entre este Capitán Hispacón y alguno de los personajes del cómic de superhéroes que Stan Lee publicaría en noviembre de ese mismo año (junto con la reputación de saqueadora indiscriminada de ideas que pesa siempre sobre Marvel Comics) es tan evidente que sólo puede deducirse con acierto que en la base de todo el explosivo potencial creativo que fue la primera Marvel sesentera se encuentra este personaje patrio; personaje que, por otra parte, encuentra claros homenajes en películas como Psicosis de Alfred Hitchcok, para quien Tarragonés trabajó como story-boarder más o menos por la misma época. Hastiado del desinterés que los americanos (y el cineasta inglés) mostraban hacia su proyecto, Tarragonés emigró a París, donde la famosa editorial Pilote aceptó su historia del anodino superhombre (si bien es cierto que aplicando varios de sus hallazgos a series como Astérix o Philèmon), hasta convertirlo en un éxito de ventas en toda Europa, solamente comparable a Tex, Martin Mystere o XIII. En España, una versión muy light y censurada nos llegó a partir de 1963, en las revistas de Editorial Burguesa, y aunque el revuelo que causó entre los aficionados a la ciencia-ficción fue considerable y valió para conceder la única amnistía que el general Franco concedió a un oficial republicano en el exilio (no olvidemos que, como Jaime de Andrade, Franco ya había mostrado su interés por la fantaciencia, interés que le llevaría a instaurar una utopía autoritaria en este país siguiendo, según parece, los pasos de una serie de novelas no realizadas que cayeron en manos, durante el plan Marshall y la visita de Ike, de L. Ron Hubbard), la edición completa y libre de las aventuras del Capitán Hispacón no sería realizada hasta 1979.

Capitán Hispacón

La propuesta es sencilla y fascinante. Charles Sidón es un joven grueso, virgen y apocado, lector empedernido de libros de caballerías contemporáneos (es decir, de ciencia-ficción; adviértase la culta referencia a Don Quijote), que vive en una tétrica mansión con unos padres a quienes nadie ha visto jamás, por lo que durante mucho tiempo la serie jugará el equilibrio imposible entre la cotidianiedad y el terror, en tanto que se sospecha que los padres del futuro Capitán Hispacón están muertos y emparedados en algún lugar de la casa (homenaje a Poe). Erudito en arte y ciencia, experto en religiones y arqueología (he aquí un claro precedente de Indiana Jones), el futuro Capitán Hispacón es enviado a la Antártida con un grupo de científicos, y es allí (en un homenaje a La Cosa de Campbell) donde su encuentro con un ente extraterrestre multiforme le concede poderes supranaturales que dedica, cómo no, a la salvaguarda de la humanidad, una humanidad que no acepta ni a Charles Sidón ni a su alterego, el enmascarado y voluminoso Capitán Hispacón. Las concomitancias con personajes como Spider-Man, Thor o Captain Marvel son tan abundantes que no es de extrañar que Celso Tarragonés y Stan Lee tuvieran un altercado a puñetazos, ambos ancianos ya, cuando el segundo fue invitado al Saló del Comic de Barcelona en 1998.

Capitán Hispacón

Convertido en adalid de un mundo que le ignora, al estilo de La conjura de los necios, Hispacón necesitará recargar las energías que invierte en la lucha contra tiranos opresores como el Pope Acerco, el Doctor Barceloom, los monstruos de ojos de insectos conocidos por Bemies, la persecución del joven director de una cadena de periódicos o la ameba galáctica identificada como "la malla del millón de millones" (a la que Hispacón sólo puede derrotar arrojándole un asteroide a la cabeza), por lo que, en un desafío a la entropía y las leyes del buen gusto, no será extraño que el Capitán Hispacón aumente de volumen de un número a otro, hasta convertirse en una versión hispano-francesa del Gargantúa rabelesiano.

Es uno de los pocos casos en la historia del comic mundial donde se aúnan el space-opera con la ciencia-ficción hard, el onirismo y el onanismo, la misoginia y la gastronomía. Con su capacidad para ponerse en stand-by, Hispacón entrará en mundos alternativos donde se reconocerá a sí mismo como autor de ciencia-ficción entrado en kilos y amante de la cocina vasca, o podrá introducirse en series de novelas fantacientíficas cuyos finales alterará, o cuyos personajes secundarios asesinados logrará rescatar a tiempo, sin eludir pleitos legales con otros capitanes de mundos alternos que protegen sus copyrights con denuedo. Dotado de una maravillosa memoria fotográfica, el encuentro con su maduro side-kick, el bibliotecario Agustín Borges, las aventuras de ambos personajes casi representan el alfa y el omega de la ciencia-ficción en el comic, y como si Celso Tarragonés hubiera tenido una bola de cristal, se encuentran en sus viñetas elementos que preludian las que luego serían obras maestras de la ciencia-ficción escrita en nuestro país.

En Zaragoza, este próximo año, Tarragonés y el Capitán Hispacón recibirán un nuevo y merecido homenaje. A fin de cuentas, las convenciones anuales de ciencia-ficción en España llevan el nombre del personaje, y la lista de correo de Tarragonés (porlapatriahaciadios@ egroups.com) es la más visitada por fans viejos y nuevos que quieren, todavía y siempre, formar parte de ese sueño.


Archivo de Umbrales
[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ recomendados ] [ nosotros ]