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La sombra de Ender
La sombra de Ender
Orson Scott Card
Título original: Ender's Shadow
Trad. Rafael Marín
Col. Nova nº 137
Ediciones B, 2000

La sombra de Ender es alargada...

La frontera entre arte y oficio en literatura es bastante sutil. A los lectores suelen interesarles bastante más las cualidades literarias o las andanzas de unos determinados personajes que las motivos reales que guían la pluma que los ha creado. Esto se traduce muchas veces en la existencia de largas series de libros creados casi exclusivamente con el fin de engordar la cuenta corriente del escritor en cuestión. Orson Scott Card ha demostrado muchas veces a lo largo de su carrera profesional que es uno de esos escritores capaces de coger una buena idea y hacerla durar mas que el conejito del anuncio. El juego de Ender es un buen ejemplo de esta especial habilidad. Nacida como un cuento largo, posteriormente fue transformada en novela con el único fin de justificar y apoyar otra novela que el autor estaba escribiendo en ese momento. Y ahora, después de haber exprimido la vida de Ender hasta el hastío, Card vuelve la vista atrás y se pregunta: ¿Por qué de todas las novelas de la serie, sigue siendo la primera la mas popular? Y llega a la conclusión de que El juego de Ender es una novela juvenil, y que esa combinación de la vieja historia del Emperador de Todas las Cosas unida a un protagonista infantil es uno de los elementos fundamentales de la receta del éxito. Así que ni corto ni perezoso vuelve a desempolvar el argumento de El juego de Ender bajo el disfraz de una nueva perspectiva y nos regala en el proceso con el libro que estamos comentando.

La sombra de Ender es una obra con la que difícilmente ningún lector podrá sentirse engañado. En el prologo el autor explica perfectamente los motivos que le llevaron a escribirla. La contraportada resume magistralmente su contenido al afirmar que se trata de una nueva perspectiva de los acontecimientos que se narran en El juego.... El problema no está por tanto en la repetición del argumento (que se encuentra justificada) sino en el modo en que Card repite sistemáticamente todas las claves y resortes de la otra historia dentro de un marco ligeramente diferente. El protagonista vuelve a ser un niño superdotado, que nace en un mundo que no le quiere y en el que debe luchar por sobrevivir. Vuelve a aparecer la obsesión por la figura femenina protectora, que en la primera novela era la hermana de Ender y en la segunda es Poke. Tampoco podía faltar el reverso oscuro masculino, y la relación de amor y odio que establece con él: en un caso el hermano mayor, ahora Aquiles. Graff continua como el poder en la sombra que impulsa el desarrollo de ambos niños: la estructura de los diálogos de los profesores en la escuela de batalla es idéntica a la de la obra original. De este modo, página tras página el lector avezado va viendo cómo Card va desplegando todas y cada una de las triquiñuelas con las que nos regaló la vez anterior. Incluso en la última parte del libro, donde podría haberse producido una divergencia más clara, Card pasa de puntillas por la estancia de Bean en las dos escuelas por las que Ender no pasó, para acabar haciendo confluir los dos libros en un final común... evitando, gracias a Dios, el molesto cordón umbilical con La voz de los muertos que ahora resulta completamente innecesario y del que por suerte, prescinde.

Otro aspecto curioso de La sombra de Ender es cómo altera y distorsiona la novela original. Como toda variante que se precie de el Emperador de Todas las Cosas, uno acaba El juego de Ender con la clara idea de que Ender es invencible, y que no hay nada que pueda resistírsele. En cambio, al finalizar la obra que estamos comentando, el aturdido lector descubre que en realidad Ender no era tan listo, ni tan guapo, ni sabía hacer las cosas tan bien como parecía. Ahora resulta que Bean es mucho más listo que Ender, que en realidad Ender triunfa poco menos que gracias a Bean y que algunos de los grandes momentos de la acción son prácticamente signos de cobardía o locura del protagonista anterior. De hecho, Bean es tan listo, tan listo que sus capacidades rozan casi la divinidad: hay puntos en los que su inteligencia parece presciencia, tal es el poder de penetración de su mente. El resultado es que de tan forzados que están, en la novela de vez en cuando aparecen una serie de recursos argumentales más propios de un culebrón que de una novela de ciencia-ficción, y que pueden llegar a producir una profunda sensación de desaliento en el lector.

Dicho así podría pensarse que La sombra de Ender es un libro bastante prescindible. Pero tampoco sería rigurosamente cierto. Si el lector está dispuesto a dejarse engañar, a hacer la vista gorda cada vez que llega a un punto en el que su mente racional y su memoria le dicen "este truco ya lo has visto antes, ¿no?", o "desde luego, vaya casualidad...", realmente puede disfrutar bastante con la lectura. Es indudable que Card ha madurado como escritor a lo largo de todos estos años. Y los mismos recursos, aunque repetidos, están usados con bastante mas habilidad en esta novela que en la hermana siamesa de la que procede. El resultado es que el ritmo de la trama no decae en ningún momento, y el lector se desliza por las paginas de la novela suavemente, acunado a medias por el recuerdo de los acontecimientos que se narran y por la magia de la vieja historia de el hombre-salido-de-la-nada-que-salva-al-mundo-de-nuevo-y-a-pesar-de-todo. Y, curiosamente, cualquiera que no conozca de nada la saga de Ender podrá acceder a este libro sin demasiados problemas y con unas ciertas perspectivas de disfrutar de la obra.

Como conclusión y resumen, yo me quedaría con el comentario de John Clute sobre la obra, "mucha diversión y una terrible advertencia", aunque cambiando un poco su sentido. Con una adecuada voluntad de entretenimiento, el libro puede disfrutarse, sin duda. Pero a tenor de mis experiencias pasadas con este autor, la noticia de que ésta novela se anuncia como el inicio de una nueva serie no puede dejar de producirme algunos escalofríos.

Cristóbal Pérez-Castejón

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