Título
original: Firefly
Creada por Joss Whedon
Intérpretes: Nathan Fillon (Malcom "Mal"; Reynolds), Gina
Torres (Zoe), Alan Tudyk (Wash), Jewel Staite (Kaylee), Morena Baccarin
(Inara), Adam Baldwin (Jayne), Sean Maher (Simon Tam); Summer Glau (River Tam);
Ron Glass (Book).
Primera emisión EE.UU.: 2002
Una sola temporada, 14 episodios (no todos emitidos en TV)
Inédita en España
Entre La Guerra de las Galaxias y el western de toda la vida (si es
que, claro, La Guerra de las Galaxias
no fue también un western de toda la vida), Joss Whedon, el autor de
Buffy Cazavampiros y Angel,
tuvo en su mano crear la mejor serie de ciencia-ficción de todos los
tiempos... si le hubiera dado tiempo a desarrollar las propuestas que pudo
esbozar en apenas once capítulos de emisión antes de que la impaciencia de
las cadenas le diera el carpetazo y lo mandaran con la ilusión a otra
parte.
Firefly es un western crepuscular situado en el espacio, así
llamada por el nombre de la clase de carguero de mala muerte (y de feo diseño,
dicho sea de paso) que tripula el capitán Malcom Reynolds, un trasunto de
Han Solo (pero adulto y bien hecho), igual que la nave Serenity tiene
abundantes ecos del Halcón Milenario. En el futuro que plantea la serie, sólo
Estados Unidos y China han sobrevivido como potencias, por lo que los
personajes hablan un inglés salpicado de abundantes expresiones en cantonés
cada vez que tienen que maldecir (y maldicen mucho) su mala suerte.
Mal y su
lugarteniente Zoe son "casacas marrones", los supervivientes de
una guerra civil perdida, al estilo de los jayhawkers
del Sur tras la Guerra de Secesión Norteamericana: Serenity es, por otra
parte, el nombre del lugar donde se libró la última batalla que decidió
la derrota. Ahora, es "La Alianza", la unión de ambas potencias,
quien domina en plan imperio galáctico todo cuanto se extiende ante ellos,
y en plena expansión terraformista: un detalle curioso es que no existen
razas extraterrestres en este universo, siendo "los indios" de la
historia una raza de enloquecidos caníbales llamados "The Reavers",
y cuyo origen tendría que esperar a ser desvelado en la película Serenity
que sucedería a la serie un par de años más tarde.
La falta de medios
(aunque los efectos especiales son más que aceptables y merecieron un Emmy),
hace que la producción en ocasiones parezca demasiado barata, demasiado western.
Sin embargo, es en la fuerza de los personajes y, sobre todo, en las
decisiones de los personajes, donde Whedon sabe que está su propia fuerza.
Componiendo una serie coral con nada menos que nueve personajes, tenemos por
un lado al capitán Reynolds, desencantado, chulesco y tan antipático que
tuvo que ser suavizado en sucesivos episodios; Mal es un perdedor, un
superviviente, que aunque recuerda poderosamente (incluso en su físico) a
un Harrison Ford algo más fornido, arranca del personaje Ethan Edwards de Centauros
del desierto (incluso viste igual); no valen medias tintas en el mundo
en el que vive y Mal lo sabe, por eso es una gozada verlo reaccionar a lo
bestia cuando uno de sus múltiples chanchullos sale mal y cargarse sin
contemplaciones a uno de los sicarios a los que pretende interrogar... para
así lograr que cante el otro sicario.
Los otro ocho
personajes que comparten nave y penalidades tienen cada uno su background
y su misterio personal: está el pastor, enigmático y tranquilo, de quien
sospechamos puede haber sido un alto cargo importante dentro de La Alianza;
el débil doctor y su hermana Summer, psicótica (y superpoderosa), que
huyen de los hombres de guantes azules que parecen miembros del Psy-Corp de Babylon-5);
la simpática mecánica de a bordo, tardoadolescente y lampando por tener
experiencias sexuales; el bruto con nombre de mujer (Jayne), capaz de
cambiar de lealtades sin que él mismo se dé cuenta; el lenguaraz piloto,
esposo de la hermosa excombatiente Zoe (¡qué mujer!), y en especial la
"acompañante" Inara, mezcla de geisha y prostituta, miembro de
una cofradía de hetairas, de quien el capitán parece enamorado... si su
testarudez y sus prejuicios no se interpusieran.
La galaxia en la que
viven y a menudo escapan es un batiburrillo cultural, sucio y sin reglas,
donde las tornas pueden cambiar a cada momento. Dentro de quinientos años,
las cosas seguirán igual o peor que ahora, con la diferencia de que cada
vez será más difícil salir a flote. En este escenario, cada episodio de Firefly será autoconclusivo, sin la tendencia al arco que Whedon
desarrollara en sus otras dos series fetiche.
La cadena Fox,
especialista en cortarle las alas a nuestro autor, dejó Firefly
en suspenso con apenas once episodios emitidos de los catorce rodados. Sin
embargo, su publicación en DVD meses más tarde demostró ser un auténtico
best-seller, hasta el punto que, presionada por los fans, se realizó
un largometraje, titulado Serenity, donde Whedon pudo dar algunas
apresuradas explicaciones sobre los Reavers y el origen de River, eliminando
a alguno de los personajes. Se nota en la película (que, sinceramente, es
divertida pero dista mucho de ser la obra maestra que algunos quieren
tozudamente ver) que Whedon comprime lo que podrían haber sido dos o tres
temporadas futuras, con el handicap de que las muertes de los
secundarios, que en televisión podrían haber sido emocionantes, en el cine
(teniendo en cuenta la poca proyección de la serie original) se traducen
simplemente en esos-señores-que-estaban-en-la-pantalla-y-la-palman. La película
tuvo mejores efectos especiales, pero no pudo desprenderse de cierta
estructura episódica; se estrenó incluso en nuestro país (a pesar, ya
digo, de que el setting y los personajes eran desconocidos para el
gran público, pues la serie está inédita en nuestras pequeñas
pantallas), y generó unos moderados ingresos que parece que no han
permitido ni su continuación en cines ni una nueva oportunidad en la tele.
Y es una lástima
porque podría haber sido, de haberles dado tiempo, la gran serie de
ciencia-ficción y aventuras de la historia.
 Archivo de La Bola de Cristal
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