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Rafael MarínCómic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 cómics de fantasía (XXXVI)

 

Red Sonja
de Roy Thomas y otros

(1973)

Cabría preguntarse qué habría sido de Roy Thomas (padre putativo, por lo demás, del Universo Marvel, en tanto es el recién llegado que le da la cohesión y la visión histórica desde su perspectiva de fan venido a creativo), si en su camino no se hubiera cruzado, un poco por la fuerza, Conan el bárbaro. O tal vez no haga falta preguntarlo y la carrera del Boy Wonder habló por sí sola en cuanto se abstrajo del personaje y volvió a los superhéroes.

Que Thomas y Marvel encontraron un filón en la fantasía heroica es bien sabido, y que a las historias personales del guionista se les unió enseguida la cronología oficial del personaje también. En el saqueo inteligente que se hizo de la obra escrita del texano Robert E. Howard, donde se asimilaron a Conan historias escritas originalmente para otros personajes (algo por lo que no hay que echarse las manos a la cabeza, pues el propio Conan literario parte de un relato rechazado de Kull, luego apenas reescrito y con los nombres cambiados), tuvo un breve conato de ampliación hacia otras mitologías con el inaudito crossover con Elric de Melniboné en los primeros números de las aventuras del cimerio y luego con el rescate de un personaje situado en nuestra realidad histórica, Sonya de Rogatine, quien se vería convertida en una mujer guerrero de la era Hiboria con el nombre de Red Sonja.

No era nuevo que los superhéroes tuvieran una contrapartida femenina (Supergirl, Batgirl, Mary Marvel, She-Hulk, Ms. Marvel), pero hacerla del machista bárbaro tenía su aquél. Incluso con el código censor del Comics Code, Conan era un tebeo algo más adulto que sus contemporáneos en tanto mataba y fornicaba (aunque lo segundo fuese entre viñetas), y su contenido más redondo que un simple comic-book en colorines mensual se potenció con las adaptaciones en blanco y negro para la revista The Savage Sword of Conan. Cuando Red Sonja aparece en uno de los números en color, todavía de la mano del gran Barry Smith, se nos presenta como una mujer indómita que puede hablar al bárbaro de tú a tú, una diablesa salvaje ataviada con una cota de malla y un pantaloncito de cuero. Sonja corta los avances del bárbaro en seco: no se entrega porque no le da la gana y punto.

Pero, ay, el mundo de los cómics y la fantasía heroica no se paró ahí. Todavía quizá no estaba maduro el terreno para desarrollar un personaje femenino que fuera lo suficientemente fuerte y dueño de su sexualidad. El público lector, además, era eminentemente masculino. Un Conan-hecho-mujer era algo atractivo a priori, pero quizá difícil de soportar mes a mes. Y entonces Red Sonja cambió su armadura por un absurdo bikini de cota de malla (cortesía del dibujante español Esteban Maroto, que entonces popularizaba ese tipo de prendas en sus ilustraciones), y su motivación en esta vida fue ir matando hombres, deshacer entuertos, vender su espada al mejor postor, emborracharse y robar... y provocar a cuanto donjuán se encontrara en su camino (y a los lectores) con el premio extraordinario de poseerla sólo si la derrotaban en combate. A semejante dislate se le sumó, en una historieta dibujada por Howard Chaykin, un origen seudo-mitológico con violación y aparición diosa-ex machina incluida, para que la muchacha no pareciera tonta y psicótica de remate.

Red Sonja ha tenido varias colecciones y mini-series, desde sus historias de complemento en King Kull a Marvel Feature o las aventuras actuales ya fuera de la escudería Marvel, y en todas ellas se ha comportado de manera tajante y algo antipática, todo sea dicho. Son las aventuras dibujadas por Frank Thorne las más recordadas, pero el propio Thorne debió quedar algo harto de la estrechez sexual del personaje cuando creó luego su contrarréplica cuasi-pornográfica en la divertida y procaz Ghita de Allizarr.

Magnífico personaje secundario en las aventuras de Conan, Sonja la Roja de Hyrkania quizá nunca ha tenido, en la historieta, ese peso específico que habría sido deseable desde aquella magistral introducción de "La canción de Red Sonja" (Conan, número 24), en tanto el rico universo howardiano aquí parece de manera casi tangencial (la nomenclatura de reinos, estéticas y personajes casi no encaja con las aventuras de Conan), y a pesar de que ha habido guionistas y dibujantes femeninas encargadas de realizar algunas de sus historias (es decir, las feministas no han puesto el grito en el cielo ante la auto-forzada abstinencia sexual y el mucho exhibicionismo corporal del personaje), como tebeo se me antoja que siempre le falta un hervor para ser redondo. Quizá es que le sobra el bikini metálico y le falta aquella cota de malla que la hacía parecer, de verdad, una mujer guerrera y no una top model posando para una sesión de fotos con destino a unas páginas centrales desplegables.


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