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Juan Manuel SantiagoCruda fandomía
Mentidero 5
Juan Manuel Santiago




Campo de batalla: el fandom (II)
Los fanzines, mi des(a)tino (II)
Núcleo Ubik:
la gran ilusión (I)

Pues sí, estimados frecuentadores de vuestro mentidero favorito: éste es el primer crossover entre dos subsecciones de esta sección. Al igual que sucede en el mundo del comic o en de las teleseries exitosas, de vez en cuando se solapan personajes de dos series distintas. Y, dado que, aparte de desarrollarlo en dos partes (ya se sabe, el lector medio en Internet no suele fijar la atención sobre textos muy extensos, y éste lo es), el tema que nos ocupa hoy es bicéfalo (hablamos, por un lado, de un fanzine y, por otro, de polémicas) y que, aunque trino, Núcleo Ubik sólo se materializó en dos apariciones físicas (por no hablar de la cuarta, que hubiera sido la tercera, que llegó a estar maquetada pero al final no apareció), lo mejor será que numeremos por partida doble esta sección, y no refundo aquí con el Diccionario del fandom porque ya me parecería un exceso, si bien no estarían de más algunas precisiones conceptuales para mejor entrar en materia y evitar que el fan no fandomita viejo (y aun el fandomita viejo) se me pierda en este culebrón. Vamos, como la cuña aquélla que aparecía en las teleseries de éxito de hace la hueva de años: "En episodios anteriores de Mentidero 5..."

A ver. Año 1992. Por azares varios del destino y de la movilidad geográfica (expuestos todos en el anterior Mentidero 5, dedicado a Cyber Fantasy), la Junta de la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción se articula en torno a la tertulia de Madrid (actualmente denominada TerMa), con gente como Alberto Santos, Juanma Barranquero, Julián Díez... La publicación por excelencia es el fanzine BEM, editado por el Grupo Interface (Ricard de la Casa, Pedro Jorge y Joan Manel Ortiz; José Luis González ingresaría poquito más tarde), que vive sus mejores momentos. El movimiento asociativo es aún raquítico en España, la AEFCF malvive con apenas sesenta socios de facto (una situación que se ha mantenido hasta hace un par de años, como quien dice) y un grupo de colaboradores muy reducido, prácticamente los únicos que dan un duro por el proyecto. Las HispaCones aún están hechas con más ganas que profesionalidad, pero así y todo resultan entrañables: Barcelona ´91 supone la toma de contacto; Gádir ´92, el despegue; en ambas llueve, como siempre que hay HispaCon. El dios de la lluvia, cómo no, llora sobre el fandom.

Pues bien. En este ambiente coincidimos Julián Díez y vuestro seguro servidor, que ya nos conocíamos desde los tiempos de la Asociación Antares, una especie de puente entre la antigua Sociedad Española de Ciencia Ficción (SECF) de los años dorados de Nueva Dimensión (los de las HispaCones en blanco y negro, trajes y corbata, barbas y patillas, gafas de carey) y la actual AEFCF; asociación que había conocido gracias a un anuncio aparecido en el por aquel entonces todavía fanzine Gigamesh, editado por Alejo Cuervo. Cuando Antares se fue a paseo, allá por 1988 (inevitables choques generacionales, supongo), nos quedamos por un lado los elementos más jóvenes de aquel fandom, los jóvenes turcos de la cf española: Julián, Héctor Ramos, Susana Vallejo, José María Faraldo, Adalberto de Osma y yo. Nos reuníamos en el domicilio de Faraldo, unas veces para jugar al Junta (también conocido como Golpe), otras veces para jugar al Cthulhu, casi siempre para devorar a espuertas aperitivos japoneses y otras marranadas. Trabamos conocimiento con los Licántropos Asociados (Eugenio Sánchez Arrate, Carlos Díaz Maroto, Eduardo Escalante y Manuel Aguilar), que a su vez se acababan de escindir del Círculo de Lhork de Eugenio Fraile y al que en cierto modo había pertenecido buena parte de actual fandom activo. Este momento de cambios frenéticos alcanza su paroxismo con la expedición, en agosto de 1990, con destino a la WorldCon de La Haya, organizada por la librería Gigamesh y en la que por fin se ven las caras los aficionados más destacados que no se conocían de las TransCones (las cenas que organizaban en Barcelona Joan Manel Ortiz y su fanzine Tránsito: lo más parecido a una HispaCon que se podía vivir a finales de los ochenta). De La Haya salen bien perfilados dos proyectos (la AEFCF y BEM) que van a marcar toda la década de los noventa, una historia de amor-odio con ramificaciones, derivaciones, idas, vueltas, revueltas, malentendidos y polémicas que básicamente configuran lo que es la historia del fandom actual. BEM vs. Gigamesh. AEFCF vs. BEM. AEFCF vs. TerMa. BEM vs. TerMa. Qué más da cómo se le quiera llamar, cómo se deba enunciar, cómo se sepa plantear. El caso es que la dicotomía, la fractura, estaba allí desde el principio, se ha ido ensanchando con el tiempo y el ejemplo de Núcleo Ubik es una muestra más de su existencia.

La tertulia de Madrid pringaba en aquella época con Pórtico (el boletín de la AEFCF), coordinado por Julián Díez, y la primera antología Visiones Propias, que también había seleccionado Julián, después de dejarse liar en la HispaCon de Barcelona ´91. El trabajo asociativo resultaba por aquel entonces absorbente: la AEFCF estaba empezando, todo estaba por hacer y, ciertamente, no había mucha gente dispuesta a dar el callo, fuera de la propia tertulia. Al mismo tiempo, nuestros intereses estaban cada vez más claros: deseábamos tener nuestra propia publicación, nuestro propio fanzine. La cf española necesitaba un giro radical que ninguna de las publicaciones existentes le estaba imprimiendo. Había un vacío en lo relativo a ciencia-ficción llamémosle vanguardista, y no digamos en cuanto a la publicación de un cf distinta, tanto desde el punto de vista temático como desde el geográfico-cultural. En una de las antológicas cenas de los jueves en el restaurante chino Kindu nos pusimos de acuerdo en que había que hacer un fanzine rupturista con el estado de las cosas de aquella época, ir un paso más allá. En resumen, revolucionar la ciencia-ficción española.

El nombre, cómo no, surgió de Juanma Barranquero, responsable, como sabéis, de que Cyber Fantasy no se llamase Fantasy Cyber. Julián quería llamarlo Núcleo; yo estaba emperrado en Ubik. Y Juanma, quién si no, sugirió: "¿Y por qué no lo llamáis Núcleo Ubik?" El nombre nos gustó, y adjudicado quedó...

Núcleo Ubik nº 1

Ahora que teníamos nombre, y que Eduardo Escalante había filtrado la noticia en Cyber Fantasy nº 1, nos faltaba lo esencial: buen material y más colaboradores. Héctor Ramos (uno de los mejores críticos de la cf española, aunque hoy se prodiga más bien poco) y Eugenio Sánchez (una auténtica máquina de leer, no importa el género) se nos unieron sin dudarlo. Juan Miguel Aguilera nos dibujó una encantadora ovejita eléctrica que serviría de portada para el número 1. Los relatos iban llegando. Ya teníamos más o menos perfilado el resto de los contenidos. Faltaba un año para que la cosa arrancara... y ya recibimos las primeras críticas. Lo cual nos convirtió en el primer (y hasta el momento, único) fanzine que a lo largo y ancho de la historia del fandom ha recibido críticas ya desde antes de su aparición.

El caso es que Julián dimitió como coordinador de Pórtico, decisión que explicaba en el editorial del número 4 (marzo 1993). Aquel número resultó bastante potente, el mejor del boletín hasta aquel momento. León Arsenal (que "heredó" el cargo de coordinador de Pórtico a partir del siguiente número) se estrenaba como articulista con un ensayo -por lo que sé, el primero jamás publicado en España- acerca de los relatos de J.G.Ballard. Manolo Aguilar y Carlos Díaz Maroto dedicaban uno de sus buenos artículos al western fantástico y prácticamente el resto del número consistía en un especial Gabriel Bermúdez Castillo, a quien la AEFCF había concedido su premio a la labor de una vida, como reconocimiento a su impresionante trayectoria (hay que leer novelas como Viaje a un planeta wu-wei o El señor de la rueda y relatos como "La piel del infinito", "Cuestión de oportunidades" o "La última lección sobre Cisneros"). En el editorial, Julián aclaraba las razones últimas por las que abandonaba Pórtico. La primera, la visión de Acción mutante, en tanto que su "casticismo" indicaba el camino a seguir para la cf española, compartido por Julián (y en cierto modo anticipado por Bermúdez, a quien se dedicaba el grueso del boletín), y "mantener unas ideas concretas desde un foro abierto como debe ser el boletín de la Asociación nacional me parece injusto y sólo puede generar una falsa imagen de la entidad en sí" (p. 2). La segunda, una carta de Luis Astolfi en BEM, en la que hablaba de "Julián Díez y sus compañeros de la AEFCF, polémicos ellos". Para tener la fiesta en paz, y alejar de la Asociación la polémica, Julián apostillaba:

"Por lo tanto, llega el momento de que intente llevar a cabo mis propios proyectos, arriesgando mi dinero y sin tener que rendir explicaciones a nadie. Por eso he decidido unirme a amigos que tienen unas opiniones similares a las mías para sacar un fanzine que tiene un propósito vanguardista, radical, diferente. Se llamará Núcleo Ubik, y pretendemos que sea la primera auténtica convulsión en el uniforme campo del fandom desde la aparición de Zikkurath."

Zikkurath, aclaro a los despistados, fue un fanzine vanguardista de los años setenta, la punta de lanza de la new wave española (si es que llegó a existir, cosa que dudo), que tuvo su continuidad durante seis números como revista profesional. En ella lo mismo se publicaba a J.G. Ballard y Philip K. Dick que a José Manuel Caballero Bonald y Mariano Antolín Rato (o, ya puestos, a Antonio Márquez el Zurdo, el compositor de Paraíso y La Mode, grupos emblemáticos de la primera movida madrileña). Y en sus contraportadas aparecía publicidad de La Vía Láctea, uno de los tugurios en que se gestó la susodicha movida. En resumen, Zikkurath fue, si no en resultados al menos en actitud, una publicación que había intentado conciliar al género fantástico con la realidad cultural de su época, una cabeza de puente entre ambos mundillos que había perecido por falta de comprensión en una y otra orilla y cuya influencia nunca estaba de más reivindicar, porque se correspondía a la perfección con nuestros deseos de revolucionar el género en España.

Las reacciones al editorial de Julián son inmediatas. En el editorial del número 31 de BEM, titulado "Dimisión imposible" y firmado por P*dr* J*rg* R*m*r* (sic), éste ironiza a su manera ("La verdad sea dicha, últimamente he estado considerando la posibilidad de dimitir de mis responsabilidades en BEM. Las razones son variadas, variopintas, complejas (reflejando mi compleja vida interior), inteligentes (como corresponde a mi suprema mente), pero se resumen en dos básicamente: la película VIVEN! y el bigote que se dejó R*c*rd el año pasado") y a continuación mete la puyita contra el aún nonato fanzine:

"¿Qué haría si dejase mi cargo en Intercara? He estado jugando durante un tiempo con la posibilidad de editar mi revista-bonsai (una palabra en cada hoja de bonsai). Será, evidentemente, una revista varguandista (la primera de su género y especie en el mundo), elitista, cara y exigirá muchos cuidados (no olvidar regarla una vez a la semana). En ella sólo publicará lo mejor de la ciencia ficción anglosajona (una cosa es defender la ciencia ficción española y otra los negocios, mind you) y nuestros modelos más evidentes serán Nueva Dimensión, Zikkurath y Pulgarcito. Publicaremos números especiales en el interior de latas de gasolina y un número anual en un termo de café (a vanguardia, y otras ias, no me gana nadie). Su nombre será Kernel Ubik, aunque quizá lo cambiemos a El ascensor secreto, o Llorad Philip K. Dick continúa muerto" (p. 2).

Y más adelante, en el enésimo artículo sobre Gabriel Bermúdez Castillo (pues se trataba de un BEM especial sobre este autor), Pedro Jorge seguía comentando que "los aficionados a la ciencia ficción en España han sido más bien parcos a la hora de estudiar a los autores en su propia lengua y normalmente prefieren escribir el enésimo artículo sobre Ballard", pero ésa es otra historia que merece ser contada en otra ocasión.

Al grano. Con tan encomiable publicidad gratuita -que acrecentó aún más si cabe la expectación que el proyecto había suscitado en el fandom- el primer Núcleo Ubik se presenta oficialmente en el transcurso de la HispaCon de Burjassot ´94. Ni que decir tiene que vuela de nuestras manos. Los motivos son evidentes: se trata de una publicación realmente barata en relación con sus características (600 pelas por 114 páginas de apretadito texto, sin una sola ilustración). Los contenidos, lejos de ser elitistas, son rigurosos y de una calidad superior a lo acostumbrado. Visto con perspectiva, lo mejor de aquel número fueron los relatos, bastante por encima de los ensayos y, en todo caso, a la altura de las secciones fijas. El plato fuerte era sin duda "La costa asiática" de Thomas M. Disch, excepcional novela corta ambientada en una Estambul tan onírica como intranquilizadora. A él cabía añadir un especial sobre la cf mexicana, incluyendo entrevista a Mauricio-José Schwarz y un relato, "Escenas de la realidad virtual", bastante apañadito. La pifia corrió a cargo del space opera de Fredric Brown, "Obediencia", especialmente traducido por León Arsenal, que luego resultó que ya había aparecido en Paradoja perdida y nos hizo pasar por el ridículo de que nos descalificaran de la votación de los Ignotus del año siguiente. Sí fue válida la candidatura de "Historias de las estrellas", de Félix Palma, un relato bastante tierno sobre un narrador de historias que se encontraba con que su modelo, al cual tenía idealizado, era un farsante. No contaba nada nuevo, pero resultaba realmente entrañable. "Tullido" de José Antonio Cotrina (su último relato en cinco años) y "El día más feliz" de Elia Barceló (una historia reivindicativa que ha ido ganando con el paso de los años) nos presentaban a autores conocidos, mientras que el primer vuelo corría a cargo de Javier Ullán, con el francamente meritorio "Delantal de metal".

No llegó a tiempo un cuento de Pat Cadigan titulado algo así como "Cincuenta maneras de mejorar su orgasmo" porque Juanma Barranquero se empantanó con la traducción: demasiados juegos de palabras intraducibles en español.

La parte de no ficción contaba con un artículo mío sobre ciencia-ficción e historia, "Domingueros espaciotemporales", tal vez demasiado ingenuo, un artículo decididamente incendiario de Rafael Marín ("Dinamita para el fandom") en el que decía verdades como puños (lo cual, hoy en día, es habitual, pero no en aquella época) y una provocación bastante inocua de Joanna Russ, "La personalidad del machote en la cf". Las secciones intentaban aportar un toque novedoso: la de Elia Barceló, "Versión original" (sobre libros publicados en inglés), fue la primera de este tipo que se publicó en el fandom español de los noventa. La de César Mallorquí, "Lecturas híbridas" (sobre libros de cf aparecidos fuera de colecciones especializadas), también. Eugenio Sánchez aportaba el punto de vista de las colecciones de género con sus "Últimas novedades" y, por último, el "Consultorio sentimental" de Pilar Torque presentaba las tribulaciones de anónimas psiquiatras enamoradas de robots o seres lovecraftianos con problemas sexuales...

Con todo, el espíritu de Núcleo Ubik se hallaba contenido en el editorial. Éramos un "fanzine dedicado a la literatura de ciencia ficción", supuestamente de aparición cuatrimestral y nos autodefiníamos como "órgano combativo y radical, el primero que surge en la ciencia ficción nacional desde la desaparición de Zikkurath". Analizábamos las deficiencias de la sociedad de consumo en que vivimos, las carencias afectivas y de valores que la desvertebran y, en suma, cómo la vulgarización en que se sume la sociedad es también aplicable a la ciencia-ficción española:

"Por un lado tenemos a quienes en su momento enterraron a Zikkurath sólo por ser distinta, aquellos que creen que cualquier cosa distinta de lo que ellos son capaces de entender es una aberración. Los que confunden la new wave con experimentalismos insensatos, los que siguen anclados en Isaac Asimov, Robert E. Howard y H.P. Lovecraft, los que han sido convertidos, en medio de la estulticia reinante, en modelos de la ciencia ficción española. Estos personajes ya nos aburren. Nada tenemos contra ellos, pero nada tienen que aportarnos."

Seguíamos analizando los defectos de aquel fandom, antes de apostillar:

"Es ante esta serie de hechos frente a los que Núcleo Ubik se proclama fanzine radical. No admitiremos en nuestras páginas historias o artículos que se guíen por los estereotipos de la elite o el demos consumista. No admitiremos el viejo chascarrillo espacial ni la crítica injusta. Desde nuestra infinitesimal distribución de revista de aficionados, haremos lo que consideramos más justo: clamar por un mundo distinto, clamar en particular por un fandom distinto. Quizá si todos hiciéramos lo mismo las cosas empezaran a cambiar."

Entrábamos a continuación a enunciar el tipo de ciencia-ficción que queríamos publicar, en especial la española ("es absurdo que un escritor de Valladolid dé vida a sus personajes en Nueva York cuando la historia no tenga la absoluta necesidad de desarrollarse ahí"), y avanzábamos una declaración de intenciones que no hubiera sido de extrañar que acabase cumpliéndose:

"Incluso no renunciamos a la posibilidad de dar un nuevo objetivo al fandom, unificándolo: todos en contra nuestra."

El período de un año transcurrido hasta el siguiente NU fue bastante agitado. El cambio de Junta de la AEFCF enrarece el ambiente. Cyber Fantasy ha cerrado. Julián dirige Gigamesh y consigue, número a número, convertirla en lo que hoy es: la revista de referencia de la cf española. El contrapunto a la mala leche que se gasta en esa época lo pone el bueno de José Luis Rendueles, cuyo fanzine Parsifal dedica los editoriales a meterse (de buen rollo) con Núcleo Pubik y sus editores. Pero no tan divertidas son las consecuencias de otras bromas, como ya veremos más adelante. En el próximo Mentidero 5, sin ir más lejos.

Hasta entonces, sed buenos, si podéis, que yo os traeré a vuestros hogares y pecés o macs el desenlace de este apasionante episodio culminante de la cf española de los años noventa. Besitos a tod@s.


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