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Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


Douglas Adams
Dirk Gently, agencia de investigaciones holísticas

Los riesgos de la comedia

El reciente fallecimiento de Douglas Adams me motivó a emprender la lectura de su "otra" obra publicada en España, al margen de la serie del Autostopista Galáctico. Dirk Gently, agencia de investigaciones holísticas es el comienzo de una serie de la que Anagrama sólo tradujo las dos primeras novelas por razones que su lectura justifica sobradamente.

Dirk Gently, agencia de investigaciones holísticas

La serie del Autostopista, uno de los iconos básicos de la cf en los países anglosajones, no caló de igual manera entre los fans españoles pese a constituir un relativo éxito editorial, al punto de que la cuarta novela, Hasta luego, y gracias por el pescado, fue escogida por El País como su serial en uno de los veranos. La cf seguirá presente en este estío en las páginas del diario, con un nuevo serial de Eduardo Mendoza (que repite tras la ya comentada aquí Sin noticias de Gurb).

Personalmente, creo que las razones por las que esa serie no cuajó entre los aficionados son las mismas por las que este Dirk Gently, que goza de ocasionales aciertos, resulta absolutamente desconocido: la dificultad de Adams para mantener el tono de comedia cuando debe abordar la construcción de una trama completa, más allá de gags puntuales en los que se muestra, una vez más, capaz de notorios aciertos.

Admito que reí con ganas en un par de momentos, como en el que el enloquecido Gently manifiesta su respeto por Isaac Newton no por haber dado forma a la ley de la gravedad, sino como inventor de la moneda acordonada (?) y la gatera: "La gravedad funciona hasta los fines de semana. Alguien tenía que notarlo antes o después. Pero la gatera... ésa es otra cuestión. Se necesita una inteligencia muy especial para convertir en un hecho deslumbrante lo que hasta entonces no existía. La expresión "también se me podría haber ocurrido a mí" es muy popular y engañosa, porque la cuestión es que a nadie se le ocurre".

Dirk Gently, agencia de investigaciones holísticas

Los mecanismos para el humor de Adams resultan difíciles de analizar. Una buena ración de absurdo, algunas gotas de comedia local, pequeñas dosis de autorreferencias (aparecen toallas, como en el Autostopista), personajes de continuado despiste o comportamientos desesperados (especialmente memorable es la secretaria de Gently), todo ello en un tono bastante blanco, sin política ni referencias fáciles al sexo.

Sin embargo, más allá de los citados y otros golpes de ingenio, fruto de un sentido del humor enloquecido que remite de inmediato a los Monty Python o a nuestros Faemino y Cansado, Adams se enreda allí donde fallaron otros grandes comediantes del género, como Robert Sheckley: a la hora de justificar su sucesión de gracias creando una novela con un argumento. Quizá éste sea el factor que mantiene a la cabeza de los comediantes del fantástico a Terry Pratchett, un escritor que raramente fracasa en este sentido.

La historia se centra en las desventuras de Richard McDuff, un informático de éxito que se ve obligado a asistir a una aburrida cena académica en su antigua universidad, Cambridge. Allí se reencuentra con el profesor Urban Chronotis, Reg, un excéntrico de primera magnitud aficionado a los juegos de manos. McDuff se convertirá en el principal sospechoso del asesinato de su jefe, a la sazón hermano de su novia, y para librarse de las sospechas recurrirá a la ayuda de un antiguo compañero, el citado Gently, que abrió una extraña agencia detectivesca: "El término holístico se refiere a mi convicción de que debemos ocuparnos de la interrelación fundamental de todas las cosas".

La trama confirmará progresivamente las teorías de Gently, que elimina "menos que nada lo imposible", y lo que parecía una sucesión de anécdotas termina siendo una descomunal trama con máquinas del tiempo, un monje eléctrico venido de otra dimensión, fantasmas, fractales y gatos perdidos por parte de ancianitas, que son la especialidad laboral de la agencia de Gently.

Desafortunadamente, ese listado de cuestiones inconexas mantiene entre sí una relación tan confusa como cabe imaginar, y como lector me vi condenado en las últimas cincuenta páginas a una "reunión de protagonistas" a la manera de Agatha Christie en las que cada pirueta sólo precedía a otra aún menos imaginable y progresivamente menos graciosa que la anterior. La novela, además, acaba en un punto muerto, dejando abierta la puerta para las continuaciones de una especie de "Dirk Gently contra el cosmos" que en verdad no no me quedo con demasiadas ganas de conocer.


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