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Rodolfo MartínezDVD
Visiones Digitales
Rodolfo Martínez


George Lucas
Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones

Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones

Créditos

Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones
Dirigida por: George Lucas
Escrita por: George Lucas y Jonathan Hales
Producida por: Rick McCallum
Música de: John Williams
Intérpretes: Ewan McGregor, Natalie Portman, Hayden Christiansen, Ian McDiarmid
Incluye:
Disco 1:
-Comentarios de George Lucas, Rick McCallum, Ben Burtt, Rob Coleman, Pablo Helman, John Knoll y Ben Snow
Disco 2:
-Secuencias inéditas
-Documentales: "La previsualización del Episodio II", "De guiñoles a píxeles", "Las películas no se estrenan, escapan".
-Cortos
-Documentales en Internet
-Pre-trailers, trailer y spots de TV
-Vídeo musical
-Campaña gráfica y pósters
-Trailer pseudodocumental "R2-D2 bajo la carcasa"
-Galería fotográfica
-Montaje con análisis de efectos visuales
-Contenido para DVD-ROM
Formato panorámico (2.35:1)
Castellano en ingles 5.1 EX
Subitítulos: Castellano e inglés

La película

En su día, y mientras reseñaba en esta misma sección el Episodio I, comenté:

"Por otro lado Lucas siempre ha tenido en la punta de la lengua un argumento comodín que rebate buena parte de las críticas. Y es el hecho de que La amenaza fantasma no es en realidad una película, sino el primer tercio (el “primer acto” como si dijéramos) de un film más largo que solo podrá ser juzgado una vez finalizado y visionado de una sentada."

Ese momento aún no ha llegado, pero este Episodio II ya confirma buena parte de las sospechas que tuve en su día acerca de que ciertos acontecimientos de La amenaza fantasma (especialmente la presencia y los actos de Palpatine) no iban a cobrar verdadero sentido hasta que no viéramos las películas posteriores. También confirma otra cosa, y es que Lucas no está contando en realidad la historia que creemos que está contando.

Ya en la trilogía original creíamos estar asistiendo a las peripecias de Luke Skywalker y sus compañeros cuando en realidad se nos estaba narrando de un modo extrañamente oblicuo la historia de la redención de Darth Vader, siendo este, a poco que analicemos un poco los episodios IV, V y VI el verdadero protagonista de las tres primeras entregas.

Ahora se nos está vendiendo la moto de que vamos a asistir a la caída de ese mismo personaje. Y es cierto, pero en realidad él no es el auténtico protagonista de la historia sino, una vez más, un personaje que (en lo que se refiere a minutos de pantalla) es completamente secundario: ese Palpatine/Sidious que mueve los hilos en la oscuridad mientras mantiene una apariencia pública respetable y honrada. Porque, no nos engañemos, todo lo que ha ocurrido hasta ahora en estos dos primeros episodios, lo ha hecho porque se ajustaba a los planes de Palpatine, y en realidad no estamos asistiendo a la caída en el lado oscuro (o «reverso tenebroso» para los más nostálgicos) de Anakin Skywalker, sino a la ascensión de Palpatine al trono imperial.

Así, La amenaza fantasma narraría el ascenso de Palpatine a la condición de máximo dignatario de la República, usando métodos aparentemente legítimos. Y este Ataque de los clones nos cuenta cómo usa las propias armas que la República pone a su alcance para obtener el control absoluto de ésta. No dudo que en el Episodio III asistiremos al modo en que elimina del panorama cualquier resto de apariencia democrática y proclama ese Nuevo Orden contra el que se revolverá la Alianza Rebelde en la trilogía posterior. La gracia del asunto es que, en lugar de narrar esos acontecimientos en primer plano, Lucas ha decidido centrarse en contar historias colaterales de esa trama y presentarnos solo atisbos de lo verdaderamente importante.

No muy distinto fue lo que hizo en los episodios originales. En Una nueva esperanza nos estaba presentando un Vader implacable y sin vacilaciones que, aparentemente, ventilaba los últimos rastros de un pasado incómodo a golpe de espada de luz. En El imperio contraataca descubrirá que ese pasado aún sigue vivo, y aparecerán las primeras dudas. Finalmente, en El retorno del Jedi ese pasado que no puede negar será lo bastante fuerte para redimirle. Y una vez más, Lucas renuncia a contar todo eso en primer plano, sino que nos lo muestra como una acción secundaria.

Es curioso que, al igual que ocurrió con La amenaza fantasma, las reacciones de los aficionados ante El ataque de los clones enseguida se han ido orientando hacia dos polos muy claros. Y es más curioso aún el hecho de que aquellos que disfrutaron del primer episodio encuentren este muy inferior, mientras que a los que la película anterior no nos satisfizo por completo, esta sí que nos ha llegado.

Durante muchos años he proclamado una y otra vez que la mejor película de la serie era El imperio contraataca y, si bien es imposible comparar de forma justa la primera trilogía con esta (ya solo el abismo en FX que las separa tuerce y deforma cualquier comparación), creo que a El ataque de los clones le falta poco para estar a su nivel.

Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones

Es cierto que sigue conservando parte de los defectos del episodio anterior, defectos debidos fundamentalmente a que Lucas no es un buen director de actores (basta ver lo mal que Ewan McGregor reacciona cada vez que tiene como "contrapartida" a un personaje digital) y a que hay cosas que, por mucho que se empeñe, no se pueden arreglar después en la mesa de edición, ni siquiera hoy en día. Así, nos encontramos probablemente con la peor interpretación de Samuel L. Jackson en toda su carrera de actor, y con algunos momentos donde la química entre los personajes no termina de funcionar, especialmente entre Anakin y Obi-Wan, cuya relación debería oscilar entre el afecto y el enfrentamiento, percibiendo en la pantalla solo este último con claridad. Por otro lado, hay ciertas concesiones al humor facilón y tonto (toda la secuencia de la cadena de montaje sería un buen ejemplo que, por otra parte, parece extraído directamente de Galaxy Quest) pero no son tantas como para estropearnos la película.

El guión, sin embargo, tanto en lo que se refiere a estructura como si hablamos de los diálogos, ha ganado varios puntos. Y si bien la sutileza narrativa nunca será el fuerte de Lucas, en esta película ha sabido contenerse (en buena medida supongo que gracias a su co-guionista, Jonathan Hales) y no narrar demasiadas obviedades.

En realidad Lucas ha destripado el esquema argumental de El imperio contraataca y lo ha seguido casi paso por paso. Analicemos si no:

-En ambas películas hay un ataque que obliga a separarse al grupo protagonista.

-Mientras que el Skywalker de cada película va madurando y encontrándose a sí mismo (en un caso como Jedi, en el otro como futurible Sith), su compañero de fatigas se mete en varios líos solo para acabar en poder de los malos.

-Ambas tramas confluyen en el momento de mayor peligro para los protagonistas.

-Ella le confiesa a él su amor cuando piensa que ambos van a morir.

-Los dos Skywaler pierden parte del brazo derecho en su lucha contra el Sith de turno.

-La secuencia final en las dos películas nos presenta una flota enorme dispuesta para la batalla y, al mismo tiempo, una escena intimista entre el Skywalker correspondiente y la protagonista femenina.

Añadamos a eso las correspondientes secuencias en el campo de asteroides y el hecho de que, en ambas películas, la batalla que tiene lugar (al principio en V, al final en II) no se desarrolla en el espacio, sino en la superficie de un planeta y veremos que Lucas, con muy buen tipo y cierto oportunismo, ha decido volver a las raíces, analizar los elementos narrativos de la mejor película de Star Wars y aplicarlos a esta.

Y el resultado (pese al espantoso doblaje castellano que convierte en ridículas algunas secuencias que deberían ser sólo sentimentales) convence. Lucas, al igual que en la trilogía original, ha sabido hacer crecer cada película a la vez que su público crecía y si podíamos considerar La amenaza fantasma como un film dirigido fundamentalmente a los preadolescentes, en El ataque de los clones apunta ya a la adolescencia. Queda la duda de saber si en la siguiente película se atreverá a dar el paso lógico o, como ya hizo en su día con El retorno del Jedi, dará marcha atrás en busca, otra vez, del público infantil.

Una vez más, y como ocurre en toda la saga, los mayores aciertos de la película están en el lado del diseño (la galaxia cada vez parece mayor, más rica, más compleja) y de las distintas influencias y la forma en que han sido asimiladas. Así, junto a las ya clásicas del space opera, el western o las películas de capa y espada (sin olvidar buena parte del ciclo artúrico o incluso la obra de Tolkien) en este Episodio II vemos cómo Lucas integra en su cóctel personal elementos de cine negro, de película de terror a lo Hammer, de cine fantástico a lo Harryhausen o incluso de road movie, sin olvidar ese clarísimo "homenaje" a El quinto elemento en los minutos iniciales de la cinta o la más clara todavía referencia a su propia obra, con ese aire a lo American Graffitti que tiene el bar de comida rápida donde Obi-Wan acude a investigar.

Podríamos seguir hablando durante horas y sobre muchos aspectos de la película: la arrogancia ciega de los Jedis, representada por esa bibliotecaria que afirma sin ruborizarse que "lo que no está en nuestros archivos no existe"; la presencia sibilina de Sidious que, pese a aparecer solo al final, está presente toda la película, y la forma paciente y a largo plazo en que ha ido moviendo todas las fichas a lo largo de los años hasta que estas estuvieran exactamente donde él quería; esa República inoperante, burocrática e incapaz de defenderse a sí misma que parece haber sido diseñada ex profeso para que Palpatine se apodere de ella; o, finalmente, la forma brillante en la que el personaje de Christopher Lee se las apaña para contar la verdad sobre lo que ocurre y hacerlo de tal forma que se asegure de que nadie va a creerle.

Pero en lugar de eso, creo que será mejor que vayáis viendo la película y descubriendo por vosotros mismos todos esos pequeños detalles de decorado, ambientación, diseño, subtramas y elementos secundarios que son los que han hecho siempre creíbles las películas de Star Wars, más allá de fallos o aciertos en la dirección o el guión. Y en ese aspecto, El ataque de los clones es, probablemente, la más conseguida de las cinco películas que llevamos hasta la fecha.

Crucemos los dedos hasta el 2005. A ver qué pasa entonces.

La edición

Una vez más (y es de agradecer) Lucas ha renunciado a incorporar metraje adicional irrelevante y nos presenta prácticamente el mismo montaje que en su día vimos en las salas cinematográficas. Podemos ver entre los extras las secuencias que se eliminaron en su día, con sus FX adecuadamente completados para el DVD y las explicaciones de por qué no se incorporaron al montaje definitivo. Resulta refrescante ver un director lo suficientemente despiadado consigo mismo para eliminar determinadas secuencias porque es consciente de que no son necesarias narrativamente, por mucho que sean escenas que le gusten o por las que siente especial afecto. Esto, en un momento donde los grandes divos de la dirección parecen tan enamorados de su propio material que se niegan a cortar un solo segundo, es muy de agradecer.

También es curioso comprobar la adición de Lucas a la mesa de montaje. Así podemos ver cómo la secuencia en la que Obi-Wan pasea con Mace Windu y Yoda por el templo Jedi, era originalmente una escena en los hangares y en la que sólo estaban presentes los dos primeros personajes. Decidido a trasladar esa información a un momento anterior de la película, Lucas editó digitalmente la escena hasta convertirla en la que vimos en la pantalla del cine. No cabe duda de que, si bien Lucas nunca pasará de correcto como director o de mediano como guionista, es un auténtico mago de la sala de edición.

De todo el material adicional que incluye este DVD, quizá el más interesante sea el documental sobre la creación de los personajes digitales, centrado sobre todo en el desarrollo del nuevo Yoda. Resulta fascinante ver al equipo de ILM realmente preocupados en conseguir un Yoda real pero que, al mismo tiempo, tuviera el mismo tipo de movimientos que Frank Oz le había impreso en su día a la marioneta. Pocas veces vemos trabajar con tanto respeto por la creación de otros y, una vez más, es de agradecer.


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