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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 cómics de fantasía (VII)

Sandman
de Neil Gaiman
(1989)

Sandman

En nuestra mitología carpetovetónica y mediterránea, el coco viene a llevarse a los niños que no quieren dormir. En los países del norte anglosajón, cuando los niños y no tan niños ya duermen los visita un ser indefinible que sopla una bolsa de arena y les produce sueños. Es Sandman.

En el mundo de los cómics ya había habido algún personaje pseudo-superheroico llamado de esa forma, pero cuando en 1989 el joven escritor británico Neil Gaiman obtiene una envidiable y casi inaudita carte blanche para iniciar su personalísima serie, se hace borrón y cuenta nueva y se presenta a un personaje nuevo, novísimo, aunque a la vez sea viejo como el tiempo mismo, pues se le identifica por el nombre de Morfeo.

Durante setenta y seis números, dentro del subsello Vértigo de DC Comics, Neil Gaiman y un distinguido elenco de dibujantes (unos mejores y otros muy peores, para qué vamos a negarlo) fueron rompiendo una por una las normas y las reglas de esto de hacer tebeos, creando un título único y mítico donde las alas de la fantasía y la crueldad y la belleza y la emoción y la dulzura y la sorpresa fueron dando cabida a un festín único, a una serie de historietas como jamás se habían explorado anteriormente... y como puede que jamás vuelven a explorarse en el medio.

Sandman

Gaiman es un escritor de clase y casta, ex-discípulo aventajado del que es sin duda el mejor guionista de cómics de nuestro tiempo, Alan Moore. Siguiendo las huellas del barbudo maestro, y hallando de inmediato una voz propia y particularísima, Gaiman fue capaz de ir tejiendo mes a mes un cosmos personal que, partiendo de mitologías ya establecidas y populares como la griega o la egipcia, se funde a la perfección con su propia mitología. Los referentes de este tebeo, y ahí radica su mayor gloria, no están en el mundo del tebeo, sino más allá: en el mundo de las nursery rhymes, de las grandes sagas literarias, de los cuentos de miedo de Hoffman y las estéticas entrecruzadas del expresionismo y el gótico pop, de los cuentos de hadas y los mitos de Cthulhu cocidos a fuego lento en el caldero de una parca que olvida cada vez sus raíces latinas y las conjuga y las mezcla con tamtams africanos o ensoñaciones metalingüísticas, al tiempo que ensancha hacia límites aún inexplorados las fronteras del desordenado Universo DC, al que dota de un sentido de la maravilla infinito precisamente al nublar las líneas de sus convencionalismos característicos.

Hay de todo y de todo bueno en esta serie que avanza como una ola hacia su cantado final impredecible. Buenos y malos que intercambian sus papeles, semidioses locos que lo borran todo a su paso en arrebatos incontrolables de cordura, mortales y eternos, demonios con crisis de fe y ángeles con cargo de conciencia, asesinos en serie que celebran convenciones en hoteles remotos, niños fantasmas que quieren ser detectives y amantes castigadas a infiernos de dolores inacabables, cuervos sabios, mansiones siniestras, emperadores romanos y revolucionarios franceses, bibliotecas de fábula, resurrecciones y reencarnaciones, juegos y velatorios, y poetas isabelinos que pagan el precio de su propia sangre por la magia de la inspiración divina, por el acto increíble de crear para la eternidad el sueño de la palabra y el teatro.

De Julio César a Orfeo, de Muerte a Shakespeare, de Oberón a Caín y Abel o Lucifer y Puck, los personajes de la saga cruzan sus destinos en un todo que tiene sentido, que es redondo en sí mismo en cuanto termina un ciclo y cierra una puerta y no estira como chicle unos conceptos. De DC depende cumplir el compromiso y no explotar al personaje o cederlo a otros autores... aunque muy loco habría que estar para intentar calzar los zapatos de Gaiman en ese aspecto: su obra es tan personal que no extraña que Morfeo y el propio Gaiman se parezcan.

Sandman

Durante los años que Sandman estuvo en candelero, fue un comic-book que se sabía más que un comic-book. No es extraño que sea un superventas hoy en día en bellos tomos de tapa dura donde se recopilan esas sagas que, mes a mes, quizás no supimos ver como estructuras de relojería mágica. En el futuro, Sandman-el-cómic será lo que es Sandman-el-personaje dentro de la ficción de sus historias: ni más ni menos que un mito.


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