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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XLIV)

Zot!
de Scott McCloud
(1984)

Zot!

Desde la ingenuidad y el candor también se pueden hacer obras maestras. Con un estilo artístico arrebatadoramente simple, donde se encuentran ecos reconocidos de Osamu Tezuka, Jack Kirby, la línea clara y, last but not least, Wilson McCoy, el joven Scott McCloud, enarbolando al mismo tiempo la bandera de la independencia creativa, nos presenta una serie amable y trepidante donde los tebeos de Archie se cruzan con Asimov o el Capitán Marvel. El cruce de influencias asimiladas logra producir un tebeo fresco e imaginativo, de los que ya no se hacen o tal vez no se hicieron nunca, con un ritmo apasionante en las escenas de acción y reposados momentos de caramadería y sentimiento. El hecho de que en ocasiones las diferentes tropas de asalto que asedian a Zachary T. Paleozogt y sus compañeros disparen con la mano derecha y otras tantas con la zurda no debe considerarse un fallo de raccord, sino esa misma amalgama de influencias, donde lo nipón se estiliza para dar vida a un tebeo occidental que no desdeña sus variopintos orígenes. No se puede obviar tampoco que todo ese caudal de información está en el fondo de la otra gran labor de Scott McCloud para con el cómic: su faceta de teórico y su envidiable capacidad para la reflexión, demostrada en dos de los libros de análisis más perfectos que jamás se hayan escrito (o dibujado, pues McCloud se sirve para explicar sus reflexiones sobre el cómic del cómic mismo como medio): los libros Cómo se hace un cómic y La revolución de los cómics, indispensables para todo aquel que quiera acercarse al medio tanto desde una perspectiva semiótica como puramente erudita.

Zot es un superhéroe juvenil de un futuro o pasado alternativo, sesentero y arcádico, el epítome del personaje de cómic antes de que la angustia existencial hiciera mella en todos ellos. Su mundo (sus mundos) recuerdan inevitablemente a la publicidad de algún refresco, a la isla de Nunca Jamás donde él mismo encarna a un Peter Pan idolatrado por las masas como si fuera una estrella del pop bienintencionada y feliz. En pocas viñetas, con cuatro sencillos trazos que refuerzan el tono decididamente naif de la historia, pasamos de un planeta a otro y visitamos la extrapolación de los malls comerciales y los videojuegos según la imaginación de los años ochenta, para acabar por ofrecer escenas de simulación que bien podrían haber inspirado a Matrix o las videoconsolas contemporáneas.

Zot!

A pesar de su soledad (Zot fue aparentemente abandonado por sus padres), el joven héroe tiene una cualidad que pocas veces nos ha mostrado la historieta desde que el reaganismo se apoderara de la forma de abordar el entretenimiento: Zot sonríe en todo momento, quizá consciente de que sus aventuras, por mucho que esté en juego el universo, está perfectamente delimitadas dentro de los parámetros de un tebeo que busca la diversión por encima de todo, sin olvidar bellos momentos afectivos entre los personajes (la adolescente Jennifer o su protestón hermano, transmutado en simio por un divertido movimiento terrorista-radical que pretende la vuelta a los orígenes y por tanto transmuta en simio a todos cuanto se ponen a tiro de sus armas), y unos diálogos jocosos y llenos de ingenio que sirven de perfecto contrapunto, en ocasiones realista, a lo aventuroso de la primera de sus historias, diez comic-books continuados, en color (la serie fue luego continuada en episodios en blanco y negro, todavía inéditos en España, y más recientemente en episodios online), donde se busca el divertido mcguffin de la llave de la puerta del confín del universo, y donde entre intrigas cortesanas, amenazas de guerras santas estelares y deliciosos sirvientes robóticos y malvados de artístico pasado con toda la pena y toda la nostalgia del mundo expresada en sus ojos, el personaje descubre para sí mismo y tal vez para los sometidos habitantes a los que libera que no tiene respuestas, ni responsabilidad de libertador, ni vocación de mesías que les abra el futuro y les resuelva las incógnitas de vivir cada día.


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