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Libros de sangre 1
Libros de sangre 1
Clive Barker
Título original: Books of Blood
Trad. Pilar Ramírez Tello
Col. Solaris Terror nº 13
La Factoría de Ideas, 2004

Lejos queda ya la mítica frase "he visto el futuro del terror y su nombre es Clive Barker", que pronunciara hace un par de décadas Stephen King. Barker es, por derecho propio, uno de los renovadores del género y uno de sus cultivadores más geniales.

Con esta edición, La Factoría recupera el primer volumen y parte del segundo de Books of Blood, la serie de antologías que, con todo merecimiento, encumbraron a Clive Barker como uno de los escritores más impactantes de los últimos tiempos.

Barker ha tenido la habilidad de construir unos textos poderosísimos, de una fuerza arrolladora, con unas visiones deslumbrantes y un preciso sentido del tempo narrativo y la concisión del relato.

Los cuentos del libro pueden agruparse, por su estructura, en dos grupos. El primero seguiría de cerca la construcción más clásica de una narración, con una disposición muy cuidada, que nos acerca rápidamente al motivo de la historia. El resultado son unos cuentos intensos y, muchas veces, redondos. Es el caso de "El blues de la sangre de cerdo", "Sexo, muerte y luz de estrellas" o "En las colinas, las ciudades".

En el segundo bloque, la narración se organiza en torno a un hecho concreto (como en la soberbia "El libro de sangre" o la inolvidable "El tren nocturno de la carne"), que irrumpe como una explosión. Mediante esa gran capacidad de síntesis, se consigue, por tanto, una violenta sensación de inmediatez, un acercamiento brutal a la historia; tan brutal como su propio contenido.

Ambas estructuras responden, entonces, a una misma característica: la condensación, narrar lo máximo con lo mínimo; la eliminación de elementos superfluos que está, en el segundo grupo, llevada al límite.

Este planteamiento narrativo, sin embargo, choca con el detenimiento con el que Barker se dedica a las descripciones de los elementos que se han convertido en los pilares de su imaginería: la deformación de la carne, el fluir de la sangre como símbolo de la muerte y el sexo.

Libros de sangre irradia maldad y perversión por los cuatro costados. Basándose en una potencia visual extraordinaria, un magnetismo impresionante, Barker juega con los temas clásicos del terror y los presenta de una manera innovadora y salvaje. Espíritus, demonios o muertos vivientes son manejados con virulencia y bajo una luz muy, muy particular.

"La línea que separa lo que les da miedo de lo que les da placer es mucho más delgada de lo que se imaginan." Con esas palabras, Clive Barker señala ya desde el prólogo que terror y gozo están íntimamente ligados. No es, desde luego, el primero que señala tales relaciones, y no es el inaugurador de la mezcla de sexo y muerte. Sin embargo, su tratamiento sin tapujos ni tabúes y la relación tan especial que guardan con la degradación lo convierten en un revulsivo en ese aspecto.

El deseo sexual aparece arrasando, como un impulso incontenible y violento. El sexo explícito, la necrofilia, la masturbación y la sugerencia de la pedofilia irrumpen en las historias con constancia.

Por otra parte, la obsesión por la carne responde a una obsesión enfermiza anclada en el culto al cuerpo y a la perfección, como se puede ver en "El tren nocturno de la carne". La mutilación y la indagación en la deformación provoca cierta animalización; un juego de cazadores y presas donde el canibalismo es el extremo.

En el prólogo, también adelanta que el mal triunfa en estas narraciones. "Aquí los monstruos triunfan", afirma. Y añade que "si, por casualidad el mal es vencido, en la mayoría de los casos será para arrastrar en su caída a testigos y víctimas". Esto produce un volumen desasosegante, que deja al lector intranquilo y que se aleja de la seguridad del "todo ha sido un sueño" de los relatos clásicos del género. Lo improbable en sus piezas es lo que finalmente sucede. Barker es molesto de leer, pero desprende un paradójico placer y una chispeante adicción.

Otro elemento que hay que destacar en estos cuentos es la incorporación constante de rituales, adoraciones, sectas secretas... A pesar de describirnos un mundo reconocible y cercano, abre la puerta a otras realidades donde habitan seres sobrehumanos crueles, sangrientos y arcanos.

Barker nos transmite la cotidianidad de la violencia, la truculencia y la depravación. Deja traslucir, en el fondo, la fragilidad y la indefensión del ser humano. En esencia, nos remite al terror a la muerte y al horror ante lo incomprensible.

Sin embargo, lo explícito no quita lo poético, y el escritor salpica el texto con varias metáforas que enfatizan, básicamente, los aspectos negativos. Con ese sentido, también suele aplicar contrastes que consiguen resaltar la brutalidad y la carnicería.

Por otro lado, el mundo del teatro es visitado con amor y crítica en "Sexo, muerte y luz de estrellas". No podemos olvidar el papel que éste ha tenido en la carrera de Clive Barker, quien fundó una compañía, escribió y representó con vocación. En ese cuento traslada la falta de interés del público y la corrupción que sufre la dramaturgia a una historia de fantasmas tratada con sus medios habituales.

La fantasía oscura, cuentos que utilizan elementos de literatura de terror pero que no causan tal desasosiego, aunque, de hecho, podrían haberlo hecho hace un siglo, es también un punto de atención en su narrativa. "En las colinas, las ciudades" responde a ella. Así mismo, el terror de corte más psicológico tiene presencia a través de "Terror", que es una revisitación de la tortura como epistemología.

Por tanto, reducir a Barker al gore es algo, por un lado, meramente gratuito y, por otro, fruto de un desconocimiento total de su obra. Por supuesto, su producción es un culmen de aquél, pero estos mismos cuentos demuestran su sapiencia literaria, su conocimiento del fantástico y su sobresaliente talento como narrador.

Alberto García-Teresa

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