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Mandrágora
Mandrágora
Laura Gallego García
Ediciones Alhambra, 2003

Cornelius, el sabio de la corte del rey Héctor, desaparece misteriosamente. Zacarías y su hija, la joven aprendiz Miriam, acuden para sustituirle. Mientras tanto, alguien conspira en secreto para derrocar al rey y apoderarse del reino. Los recién llegados se verán envueltos en una trama de ambición, venganza y magia negra que hará que sus vidas corran grave peligro...

Ésta es la novena novela que publica Laura Gallego desde que empezó en 1999. De unos años a aquí, esta autora se ha convertido en una de las más valoradas y solicitadas por el público infantil y juvenil (en el que puedo incluirme), sobre todo con novelas de temática fantástica.

A simple vista, Mandrágora parece interesante; pero, sinceramente, a mí me ha dejado un poco decepcionada. Habiendo leído ya tantas novelas suyas, esperaba que fuera algo diferente.

No es que empiece mal, pero tampoco lo hace a las mil maravillas. El prólogo resulta algo intrigante, pero a partir del primer capítulo la cosa empieza a aligerarse. Muchos personajes rozan el ridículo y los diálogos son bastante estúpidos, pero también hay que decir que la mayoría de éstos son paródicos, cosa que suele llevar implícita la absurdez. La trama, supuestamente de misterio, resulta demasiado lenta y se centra más de lo debido en las relaciones de la protagonista con los demás miembros de la corte, en especial los jóvenes, dejando la acción un poco aparcada hasta casi más de la mitad del relato.

A pesar de que la novela no es de ningún modo histórica, la autora no puede evitar poner esa ambientación de la Europa feudal como telón de fondo, algo que da la impresión de dejar un poco confuso el marco pero que no queda mal del todo en el conjunto del texto.

En algunos secundarios profundiza mucho mientras que a otros los deja muy poco perfilados, y son precisamente los que ocupan un lugar medianamente importante en la trama. Hay algunos que son objeto de las sospechas de la protagonista y son muy contadas las veces que aparecen a lo largo de todo el relato. Quizá debería haber tratado más a fondo la relación entre Miriam, la protagonista, y las Guardianas del Bosque, ya que, al tocarlo casi por encima, el "terrible secreto que descubre sobre su verdadera identidad" a mi juicio no causa el impacto que debería.

Los caballeros espectrales me recuerdan mucho al ejército de armaduras flotantes que atemorizaba a las tropas alemanas en La bruja novata, aquella película de los años 70 protagonizada por Angela Lansbury y David Tomlinson. Pero en esta novela no estamos hablando de objetos que se mueven mediante un simple conjuro de levitación, como ocurre en dicha película, sino de armaduras ocupadas por los espíritus esclavizados de los caballeros que las llevaron en vida, cosa que resulta algo llamativa. Hay un pasaje que está realmente curioso, en el que Zacarías y Nemesius, el sabio del rey Simón, emprenden una batalla de proverbios y frases latinas.

Personalmente, me he identificado bastante bien con la protagonista: hace un tiempo podría haberme considerado un clon suyo. Tanto su forma de ser como de pensar -inteligente, culta y llena de contrariedades- es la típica de la adolescente que se siente como un bicho raro (y es tratada como tal) tan sólo por tener un punto de vista diferente al que tienen sus coetáneos.

El lector empieza a engancharse casi irremediablemente llegando ya cerca del término de la novela, donde uno se encuentra con un final demasiado corto y un epílogo que te deja prácticamente en las mismas que estabas al final del último capítulo. Algo positivo es que, si se diera el caso, deja el final abierto para una continuación.

Por cierto, la similitud prácticamente idéntica del título con el de un libro de Nicolás Maquiavelo, La mandrágora, puede llevar a confusión, aunque no tengan nada que ver el uno con el otro.

En definitiva, es una novela bastante más floja que el resto de la obra de Laura Gallego, aunque si la hubiera llevado de otro modo habría podido quedar estupenda.

Blanca Martínez

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