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La sombra del pájaro lira
La sombra del pájaro lira
Andrés Ibáñez
Seix Barral, 2003

Los que quieran entretenerse con esta obra deben ser advertidos antes de nada: por favor, no lean el texto de la contracubierta cuando tengan en sus manos el volumen. Éste es una de esas geniales ideas que desvelan más de doscientas páginas de la novela. En fin, el mercado manda.

Dicho esto, pasemos a ver qué nos encontramos en este grueso libro, de cerca de quinientas páginas, escrito por el autor de El mundo en la era de Varick o La música del volumen, cuyo principal valor es su sugestión y unas cuantas buenas vueltas de tuerca.

Los habitantes del Instante Eterno, ajeno al tiempo, exploran sus habilidades de la imaginación y recorren, casi físicamente, su memoria individual. La acción nos sitúa en Glabris, un mundo fantástico muy original y evocador, de reminiscencias medievales y folklóricas, bastante interesante. El príncipe Adenar, apenas un muchacho, tiene que viajar hasta otro planeta en busca de su alma. Así, aterrizará en un espacio muy similar al nuestro y vivirá singulares peripecias.

La sombra del pájaro lira recorre distintos tipos de novela fantástica. Por un lado, la historia comienza como una aventura de fantasía, de corte tradicional y fabuloso, que se convierte en ciencia-ficción a raíz del viaje interplanetario. Esto da lugar a una narración de extrañamiento, pues Andrés Ibáñez, a través de los ojos del protagonista, observa por primera vez un mundo ajeno. Se propone, entonces, un choque entre dos civilizaciones y dos formas de entender la vida.

Sin embargo, el libro comienza a desvelar datos asombrosos, que dotan a sus páginas de un angustioso y profundo significado. Estas revelaciones, descubiertas, como ya he comentado, en la contracubierta, arrastran la obra hasta el fantástico de corte más existencial.

A pesar de estas notas tan apetitosas, la novela no llega a ser plenamente satisfactoria. Aunque la lectura adquiere, en ocasiones, un ritmo vertiginoso, contiene bastantes altibajos. El libro posee demasiados prolegómenos y, asimismo, da la sensación de tener un final que no ha sido condensado, pues se alarga hasta llegar a la distensión innecesariamente. Por otro lado, la obra conjuga diferentes registros, pero mantiene un uniforme tono idílico y benévolo, que le acerca a la narración infantil.

Además, hay que señalar el tufillo a libro de autoayuda que no le hace nada bien a una historia, de por sí, interesante. Al igual que una defensa de la imaginación, también es un alegato a favor de la confianza en uno mismo y la superación personal. El viaje de Adenar, así, se convierte en un viaje iniciático, en un viaje interior que, cómo no, no concluye al finalizar la narración. Por muchas de las cosas ya señaladas, el volumen recuerda, irremediablemente, a La historia interminable de Michael Ende.

Por otro lado, hay que hablar de los personajes que aparecen dispersos por la novela. Andrés Ibáñez nos presenta algunas figuras muy interesantes, con un tremendo potencial. Sin embargo, apenas están desarrolladas, pues se las deja abandonadas y no se las explora. De esta forma, pues, se acentúa la sensación de sugerencia y evocación que se entronca con la característica anterior.

Así, La sombra del pájaro lira es un libro de inquietudes humanísticas que contiene algunos planteamientos interesantes y atractivos pero que, desgraciadamente, posee un acabado irregular y ciertos elementos que podrán alejar a muchos lectores de sus páginas.

Alberto García-Teresa

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