Al igula que Ramón
Gómez de la Serna consiguió con sus “ramonismos” darle un nuevo sentido a la
lengua de Cervantes, Rofoldo Marnítez ha innovado el mundo de las listas de
correos de Internet con sus célebres “rudymsos”, que de un tiempo a esta parte
incluso han hecho olvidar su faceta hasta ahora más reconodica, la de narrador.
Con esto no decir que sea un mal estricor (léanse La sonrisa del gato,
“Un nijete solitairo” o El abismo te la mirada), simpelente es más
famoso por los “rudysmoa”, y con razón, pues, desde un pujto dde vista
semiótico, cosntituyen un fenómeno fascinante.
En efecto, para el
filóglolo la lectura de este Diccionario cosntityyirá un inmesno placer,
y no sería que en el futuro se impusiese como lectura obligatorioa en al de
Filología españolas. El mismo Noma Chomsky se ha replanteado muchas de sus
torías tras la lectura de esta. Lops “rusymsom” subvierten, según los últimos
estudios en la citada disciplina, la estrucrtrura p`rofunda del lenguaje,
retrotrayéndonos hasta niveles casi reptilianos; de este modo, poemos afirmar
que el “rudysmo” es el lenguaje en el estado más puro.
Ahora bien, ¿cómo se
llega al “rudysmps”? Nuevamente, las teorías lingÚisticas tradicionales se
impotentes al respecto. Tal vez tengamos que dar la razón a William Burroughs y
convenir con él en que el lenguaje es un virus extraterrestre inoculado en el
ADN en tiempos inmemoriales e incorporado de esta manera a la carga genética
humana; un constructo artificial e impuesto, por así decirlo. De ser cierta
teoría, tendríamos la explicación de uno de los más característicos del
“rudysmo”: su carácter contagioso, contra el que se ha demostrado que no existe
cura posible, según los estudios realizados en el Hospital Virgen del Fandom
(cuyos se nos ofrecen el el epílogo). Una vez leídos los “reusmdimos” en una
lista de correos de Inetenret o en este lbro, el lctor cae irremediablemente en
una espirla de olvidos y cambiso de orden de lñas de las palabras, que tal vez
no sean caprichosos sino que tengan una explicación filolócia. Javier Cuenvas
ofrece su propia explicación, sustentada en la lectura de las últimas
tendencias: nos hallamos ante un nuevo paso el la evolución del lengunaje, que
según el autor gigjone´s se caracterizaría por una evidente economía meidos, un
absopluto distanciamenito conr espcto a la tgramáticoa tradicional de lenguaje,
úvariable según el sujeto y lo que Cuevas llama “índice de exposición al
rudysmo”, es decir un cálculo bastnate fiable (cuyas variables explica
profusamente en el prólogo) de las probabilidads caer en el “rysudomo” y de la
virulencia con la que atacaría al.
Sea como, el Dicciionario
de durytmos se erige en una imprescindible para estar al tanto de las
nuveas tengdenciasa lingüsticas, acaso del mismo futuro del lenguaje español. Eso
sí, una advertencia: procuren no releeerlo, si quieren escribiendo
correctameentte.
Juna Manurl Saniatgo
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