La Patrulla X, los X-Men, llevan más de un cuarto de siglo siendo el tebeo de moda, un enorme mamut que lo arrolla todo a su paso, una franquicia superheroica donde se aúnan la aventura, la caracterización, lo rocambolesco, la denuncia al racismo y el reflejo de la angustia adolescente. No siempre fue así. El grupo, creado originalmente por dos pesos pesados de la industria del cómic como son Stan Lee y Jack Kirby, sobrevivió a trancas y barrancas (pese a la colaboración de nombres punteros como Roy Thomas, Werner Roth, Jim Steranko y, last but not least, Neal Adams), y sólo esquivó la cancelación porque el título se dedicó a reeditar episodios pasados.
Todo cambió en 1975, con la creación de una nueva Patrulla X que, tímidamente al principio y ganando impulso con cada nueva entrega, supuso la entrada por la puerta grande de Chris Claremont, el guionista, y de los diversos dibujantes que lo acompañaron: Dave Cockrum, John Byrne, Paul Smith o John Romita Jr.
En X-Men: El precio de un sueño, el periodista Julián M. Clemente desbroza y analiza paso por paso todas las etapas de este peculiar grupo de mutantes de tebeo, desde sus balbuceos y meteduras de pata iniciales a sus muchos momentos de gloria, deteniéndose en la intrahistoria, los dimes y diretes de dibujantes y guionistas, la interferencia o la manga ancha concedida por editores o editores-en-jefe, y analizando todas las fases que este título (y sus múltiples epígonos, desde Los Nuevos Mutantes a Factor X o las diversas y continuas mini-series de sus personajes) ha ido atravesando en su andadura. Se trata sin duda de un libro capital, en tanto está formidablemente documentado y aporta a la vez datos y reflexión, dentro de una amenidad y un sentido de la objetividad que no está reñido con la pasión. Clemente ama estos tebeos, o de otra manera no habría invertido año y medio de su vida en la preparación de este análisis, incluyendo entrevistas de primera mano con los verdaderos protagonistas de los cómics: sus autores.
El libro (algún detalle de su maquetación podría ser cuestionable) se complementa con un interesante dossier, escrito por el también especialista Lorenzo F. Díaz, sobre la película X-Men de Bryan Singer, con un pormenorizado estudio de personajes, guión, efectos especiales y anécdotas de rodaje.
En el mundillo del cómic hacen falta sin duda más libros de este estilo, donde se trascienda el mero frikismo o la acumulación de datos y fechas y se llegue más allá, al análisis del mecanismo que hace memorables los tebeos. O lo que es lo mismo, al análisis del mecanismo que hace perdurables los sueños.
Rafael Marín
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