[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]
Hijos de la medianoche
Hijos de la medianoche
Salman Rushdie
Título original: Children of Midnight
Trad. Miguel Sáez
Col. Ave Fénix
Plaza y Janés, 1997

Salman Rushdie es un escritor más famoso que conocido y de no haber mediado la condena a muerte por parte de los integristas islámicos es posible que su obra hubiera pasado desapercibida fuera de Gran Bretaña. La condena tuvo el doble efecto de recluirle de por vida y poner sobre él la atención del mundo y aunque la mayoría se limitó a llevarse las manos a la cabeza y lanzar peroratas sobre la libertad de expresión unos cuantos aprovecharon para descubrir al mejor de los autores británicos que aparecieron en la segunda mitad de los años setenta. Un autor que, por cierto, no ha rehuido nunca escribir cosas que si no son pura ciencia-ficción o fantasía se le parecen muchísimo.

Hijos de la medianoche es una buena muestra. Nueve de cada diez críticos hablarían de realismo mágico al referirse a esta novela. Bueno, vale, ¿y qué es el realismo mágico? ¿Por qué, si en un relato de M.R. James aparece un fantasma es terror gótico y si sale en uno de García Márquez es realismo mágico? ¿Es que hay fantasmas "realistas"? Del mismo modo aquí hay un montón de elementos que si salieran en un libro firmado por Philip K. Dick todos interpretaríamos sin dudar como propios de la ciencia-ficción, pero como aparecen en uno que ha ganado el premio Booker pues ni hablar. Etiquetas aparte, lo cierto es que es un libro excelente que si por algo cojea es por recordar demasiado a Cien años de soledad. Tanto que casi se podría hablar de que Hijos de la medianoche es Cien años de soledad ambientado en la India y con el riquísimo bagaje hindú de mitos y leyendas sustituyendo al del Caribe. También cuenta la saga de una familia condenada a la destrucción, abundando en elementos puramente fantásticos, y lo hace a través de un narrador que nace en el mismo instante en que se proclama la independencia de la India y Pakistán. Esa es la medianoche del título y sus hijos los que dieron a nacer unos pocos minutos antes o después de la misma, circunstancia por la que cada uno resultará agraciado con un don especial que no tiene nada que envidiar a los poderes de un X-Man cualquiera. Ahora bien, si alguien espera andanzas comiqueras que busque en otra parte: Hijos de la medianoche es la crónica de un enorme fracaso. El del protagonista y narrador que no obtendrá ningún provecho de su habilidad telepática ni de su extraordinario sentido del olfato, el de su familia, el de los otros hijos, a los que sus dones servirán únicamente para prosperar en sociedad o como ayuda a la hora de mendigar, y desde luego el de los países cuyo nacimiento acompañaron con el suyo. La novela entera puede verse como una fábula sobre la conversión de la India milagrera y esperanzada de los inicios en un país igual de atrasado y pobre pero más triste, un mensaje que sólo las generosas dosis de humor del texto logran endulzar un poco, pero poco.

Ramón Muñoz

[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]