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Matar a un reyCine clásico y actual
Pantalla de Sueños

Matar a un rey
Mike Barker

Matar a un rey

Nacionalidad y año: Gran Bretaña / Alemania, 2003
Director: Mike Barker
Actores: Tim Roth, Dougray Scott, Olivia Williams, James Bolam, Corin Redgrave, Finbar Lynch, Julian Rhind-Tutt, Adrian Scarborough, Jeremy Swift, Rupert Everett, Steven Webb, Jake Nightingale, Leonard Woodcock, Thomas Arnold, Sam Spruell
Productor: Kevin Loader
Guión: Jenny Mayhew
Fotografía: Eigil Bryld
Música: Richard Mitchell

Matar a un rey

Las películas históricas comienzan a ser más comunes, y más diversas. Lejos de recrear grandes batallas, algunas ya han comenzado a optar por tratar temas "incómodos" como el de la Revolución inglesa del siglo XVII.

Supongo que a todos les han contado el bonito cuento de que la Revolución francesa del siglo XVIII dio comienzo al mundo moderno y democrático que todos disfrutamos hoy día. Pero lo cierto es que en la Inglaterra de 1645 se dio el caso curioso de una revolución contra la tiranía del rey, que comenzó siendo un intento de que el rey aboliera ciertos impuestos y concediera ciertas libertades, y acabó siendo un caos: la muerte del rey, la instauración de una república, una dictadura puritana...

Matar a un rey

La película comienza justo tras la última batalla entre las fuerzas del ejército parlamentario y del ejército real. Derrotado, el rey es prisionero en Londres. Esta situación es un poco incómoda, porque a fin de cuentas todos desean que las cosas vuelvan a su cauce y que el rey vuelva a gobernar una vez haya aceptado firmar ciertas concesiones.

Lord Thomas Fairfax (Dougray Scott) y el general Oliver Cromwell (Tim Roth) se tienen que enfrentar al problema de volver a unir al país, lo cual no resulta fácil con el rey moviendo hilos y dificultando el retorno a la normalidad.

Matar a un rey

La película transcurre a gran velocidad, igual que debió de transcurrir a ojos de quienes vivieron aquella época. La genial interpretación de Dougray Scott en su papel de moderado, de Tim Roth como exaltado radical, y de Rupert Everett como rey que se apoya en la tradición, permite que uno realmente no sepa con quién identificarse. Todos parecen llevar parte de la razón, y todos parecen estar equivocados a la vez.

Resulta curioso cómo una revolución por las nuevas libertades acaba en una férrea dictadura encabezada por Cromwell (que, aunque esto la película no lo dice, tuvo un éxito bastante grande tanto en la política interior como en la política exterior). Y cómo al final de la película parece que nada ha cambiado. Y sin embargo, las semillas ya están plantadas, y el espectador no puede dejar de sentir simpatía por esos personajes que hicieron dar un salto a la mentalidad de una época.

José Joaquín Rodríguez

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