Cine clásico y actual
Pantalla de Sueños
Resident Evil
Paul Anderson
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Título original: Resident Evil
El cine es un medio diferente a los videojuegos, eso está claro. Desde Tron quedó claro que una película podía llegar mucho más allá de donde llegaba el videojuego. Películas como Final Fantasy han corroborado ese hecho: usando el videojuego como excusa, se puede construir una excelente película de ciencia-ficción, terror o fantasía. Resident Evil, por desgracia, es una película para fans. No pretende llegar más allá, no cambia más que unos pequeños detalles, y presenta punto por punto enemigos, escenas y situaciones sacadas de los juegos. Lo peor de la película es su dirección. Construida con nulo ritmo, sin ninguna escena destacable, desde el principio se prefiere recurrir al susto fácil, al sobresalto, para construir una película de terror que no asusta demasiado. Una chica con amnesia, un complejo secreto de investigaciones, y un escuadrón de seguridad corporativa que tiene que investigar lo ocurrido, y si alguien ha soltado o robado el malvado virus que convierte a la gente en máquinas de matar. Zombies, una doble carrera contrarreloj (para conseguir la cura del virus, y para no quedar sepultados dentro del complejo), y un malo final. Cierto mensaje eco-moralista y el intento de la protagonista por recuperar la memoria.
Lo malo es que de tanto susto sin aviso, uno ya se los acaba esperando, y tras ver a los zombies un par de veces dejan de darte miedo. Las escenas están fatal construidas y montadas, y lo único que les da coherencia es que en cada escena va muriendo uno de los miembros del equipo de seguridad. Aparte, el enemigo final es un engendro mal hecho por ordenador, falso desde que se le ve por primera vez, y que no sólo no aporta demasiado a la película, sino que ni siquiera pega demasiado. La historia, además, hace aguas por todas partes. Supuestamente los zombies sólo se mueven por una necesidad: comer carne. Pues bien: ¿por qué no se comen entre ellos? Y es que van todos persiguiendo con una inteligencia asombrosa a los personajes (a pesar de que se dice en alguna ocasión que no poseen inteligencia). Los personajes se salvan cuando se tienen que salvar, o la infección afecta a los miembros el grupo cuando hace falta producir tensión. La historia es artificiosa, y las cosas dan a impresión de que ocurren porque tenían que ocurrir. Pero si la historia no se salva ni por guión ni por dirección, tampoco se salva en la interpretación. Los personajes son planos, y ciertamente ver cómo van muriendo ni siquiera da más mínima pena. No se distinguen por su forma de ser, sino por el color de la piel o por su sexo: la chica, el blanco de uniforme, el blanco con chupa de cuero y el afroamericano de uniforme...
El final es algo sorprendente. Cuando uno se espera que acabe la película, la historia se alarga unos diez minutos más. Con la incongruencia habitual, vemos cómo la protagonista que mataba desarmada a una legión de zombies no puede encargarse de cuatro científicos, o cómo uno de los supervivientes infectados empieza a mutar y es "apartado". Aquí se produce uno de los mejores momentos de la película, con Milla Jovovich escapando del hospital y comprobando aterrada cómo toda la ciudad ha sido destruida por los zombies. Donde la película debería haber comenzado, acaba, un auténtico "continuará" que se entiende en una teleserie, pero no en una película... y mucho menos en una supuestamente de terror. Mucha sangre para justificar el género al que pertenece, algunas escenas muy Matrix, sustos tontos y una trama poco lograda hacen de esta una película de consumo, para incondicionales del videojuego. No aporta nada al ya de por si quemado género de los zombies. Y si queréis pasar un rato de miedo y de tensión, con una buena trama, jugad al videojuego, que supera en todos los aspectos a la película. José Joaquín Rodríguez |
