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Alberto CairoLecturas extemporáneas
Fuera de onda
Alberto Cairo


Philip Roth
La pandilla

De Nixon a George Bush II

Comencemos esta reseña con una declaración de intenciones: amo Estados Unidos. Precisaré un poco más: amo cualquier país que posea escritores que, como Philip Roth en este caso, sean capaces de una sátira tan despiadada y cruel como La pandilla. Porque sólo en un lugar sano ideológicamente, en una democracia "de alta intensidad", puede nacer algo de semejante salvajismo y desproporción. Mi deseo es que algún día podamos leer algo como esto sobre lo peor de los años de Felipe González o de Aznar. Material hay de sobra.

La pandilla

Prosigamos con una petición. Únanse a mí en la proclama: la historia no se repite. Es un axioma de la buena historiografía. Decir lo contrario es incurrir en un error de apreciación: ninguna época es exactamente igual que otra anterior, a pesar de las apariencias. ¿Cierto? Bien, lo es. Pero sí pueden darse rasgos que las asemejen. Y es que La pandilla es una breve sátira sobre las innobles prácticas de la administración Nixon (Tricky -Tramposo- E. Dixon en la novela) pero mucho de lo que en ella se dice es perfectamente aplicable a la actualidad, como dice mi amigo Julián Díez quien, conociendo mi debilidad por Philip Roth, me ha prestado este libro aun sabiendo que es posible que nunca se lo devuelva: lo publicó la editorial Bruguera hace la tira de años y parece que la muy fina Alfaguara, baluarte de las traducciones patrias de Roth, no se anima a recuperarla. Tal vez no quieran empañar el presente prestigioso del autor (la magnífica La mancha humana es un torrente de gozo, por cierto) recordando su pasado gamberro, a pesar de que Punto de Lectura haya rescatado otro de sus textos más subversivos y fundamentales, El lamento de Portnoy.

Tricky E. Dixon, el presidente de los EE.UU., es un hombre preocupado por los derechos del nasciturus, tanto que incluso se plantea conceder derecho a voto a los no nacidos. Se proclama "cuáquero" siempre que le dan pie y dice que prefiere los métodos "limpios" de matar (su ideal es el B-52, y ahí seguimos) porque son más humanitarios. Cuando alguien muere en una guerra moderna, dice en alguna parte del libro, lo más humanitario es que no le duela...

Cuando los boy scouts norteamericanos se rebelan contra él, Dixon no sabe cómo reaccionar. En reunión con un comité de expertos en el que están representadas las "fuerzas vivas" (cuánto añoro estas palabras en nuestro país), desde el "Entrenador espiritual" al "Entrenador militar", pasando por el "Entrenador jurídico", busca un chivo expiatorio en el que centrar toda una trama conspirativa para corromper a un pilar tan básico para la moral del país. Después de escuchar a sus consejeros enumerar los posibles constituyentes de tan amenazador Eje del Mal (Jimmy Hendrix, Jane Fonda, los Panteras Negras o Joan Baez), se deciden por el ex-jugador de béisbol Charles Curtis Flood, acogido por el "gobierno propornográfico de Dinamarca". Y comienza el desmadre.

El primer paso para preparar el terreno del futuro enfrentamiento con el "gobierno propornográfico de Dinamarca" y colocar en su lugar al "gobierno antipornográfico en el exilio" es un buen discurso ante la nación (páginas 81 a 125, las mejores del libro), del que saco algunos extractos especialmente hilarantes:

"Todos conocemos la política beligerante y expansionista del estado de Dinamarca, en particular las ambiciones territoriales que alimenta este país desde el siglo XI sobre los Estados Unidos continentales. Como recordaréis, se hicieron en aquella época desembarcos en el continente norteamericano por fuerzas que estaban bajo el mando de Eric el Rojo, y más tarde bajo el mando de su hijo, Leif Ericson. Estos desembarcos por la familia roja y sus hordas vikingas se realizaron, naturalmente, sin previo aviso y en violación directa de la doctrina de Monroe (...). Por eso, cuando me preguntáis si nuestra seguridad nacional está amenazada por los daneses, con su larga historia de franco desprecio de nuestra integridad territorial, creo que debo responder sinceramente que sí. Y por eso he dicho claramente esta noche al gobierno propornográfico de Copenhague que no voy a reaccionar a cualquier ulterior amenaza contra nuestra integridad territorial, nuestro honor o nuestro idealismo con gemebundas protestas diplomáticas."

"A diferencia de los daneses, nuestro gran país no ambiciona territorios extranjeros. Ni quiere interferir en los asuntos internos de otros países. A pesar de nuestra profunda simpatía por las aspiraciones de la Resistencia Antipornográfica Danesa, hemos mantenido durante muchos años una escrupulosa actitud de espera, con la esperanza de que esos hombres honradísimos e idealistas de la RAD pudiesen lograr el mando político en Copenhague por medios democráticos. Desgraciadamente, el partido propornografía no consintió que esto se realizase, sino que, reiteradamente, en sucesivas elecciones presuntamente libres, prefirió lavar el cerebro al pueblo danés para que votase contra la RAD. Tan perfeccionadas y eficaces fueron estas técnicas de lavado de cerebro que, en definitiva, la RAD no obtuvo un solo voto y, prácticamente , lo mismo habría dado que no se presentase a las elecciones. Así se burlaron las fuerzas de la corrupción y de la inmundicia del sistema democrático de Dinamarca (...). He advertido a los líderes de Copenhague que, si siguen negándose a lo que les pedimos, emplearé toda nuestra fuerza militar para restaurar en Dinamarca la legítima autoridad de un gobierno que atienda a razones y no a la fuerza."

"Uno de los experimentos que ensayamos con cierto éxito en Washington es el Programa de Justicia en la Calle. Es un programa según el cual la sentencia y el castigo de los crímenes, así como de los delitos y faltas, se imponen en el sitio y en el acto en que son cometidos o parecen haberse cometido. (...) [Nuestros jueces] ya no se verán obligados a humillarse tratando con los elementos más indeseables de la población. Nuestros jueces, terriblemente abrumados por el trabajo en la actualidad, ya no tendrán que habérselas con ningún elemento de la población una vez completamente derogado el sistema de enjuiciamiento. Esto les dejará en libertad para la reflexión y para la lectura, tan esenciales para mantener un alto nivel de sabiduría jurídica (...). Las salas de justicia del país volverán a ser un lugar de maravillosa inspiración para los escolares de América que las visiten."

"Charles Curtis Flood no quiso poner en práctica su plan de destruir América valiéndose de los jóvenes disolutos, mimados y sin principios de nuestros campus universitarios. Y tampoco llamó a la violencia a los hippies, y a la chusma, y a los portadores de pancartas de la izquierda. Entonces, me preguntaréis, ¿a quién trató de corromper? La respuesta, hermanos americanos, es: a los boy scouts de América (...). Estoy seguro de que todos conocéis la clase de pancartas que [los boy scouts] hacían ondear ante las cámaras de televisión (...). Las pancartas están en poder del FBI, cuyos laboratorios han iniciado el penoso trabajo de someterlas (...) a análisis de sangre (...). Con nuestro programa de detención preventiva podremos encerrar a los que tengan determinados tipos de sangre antes de que otras manifestaciones como ésta puedan incluso iniciarse."

"Sólo fue necesario matar a dos o tres boy scouts de los diez mil que se reunieron en Washington durante los dos días de motín para amenazar las vidas de nuestros bravos soldados, y ello para mantener la ley y el orden. Esto representa un scout y medio muerto por día, mientras que nueve mil novecientos noventa y ocho y medio siguieron vivos y activos al terminar el primer día, y nueve mil novecientos noventa y siete, al terminar el segundo (...) Un índice de mortalidad del tres por diez mil en una crisis como ésta constituye un maravilloso tributo a la gran moderación que pudimos demostrar al enfrentarnos con lo que podía haber sido una terrible tragedia para nuestros soldados."

(Por supuesto, la consecuencia lógica de la escalada de tensión contra Dinamarca es el "justo" bombardeo atómico de Copenhague).

No sigo. Como no he podido llenar el libro de pintarrajos para señalar lo que me llamaba la atención, usé pedacitos de papel. En estos momentos hay uno cada dos o tres páginas. Esta especie de compendio de diálogos volterianos está tan repleto momentos cumbre que sus posibilidades de despertar conciencias dormidas es mucho mayor que la de cualquier ensayo chusco de los secuaces de Noam Chomsky. Toda reseña se quedará corta para explicar su grandeza. Buceen en las librerías de segunda mano. Encuentren un ejemplar. Les va la salud mental en ello.

EE.UU. es the land of the free and the home of the brave, según proclaman los halcones de ultraderecha. Puede que no se equivoquen: ahí están (o estuvieron) Roth y muchos otros para demostrarlo. Dejemos atrás nuestra insana arrogancia de europeos continentales bienpensantes, nuestros ácidos espumarajos contra la "basura" que llega del otro lado del charco. Tengamos humildad y aprendamos de gentes que nos llevan años de ventaja en la crítica mordaz a los poderes políticos y económicos. No olvidemos que hay casi trescientos millones de estadounidenses. Y que sólo una minoría se parece a Dick Cheney.

(También en albertocairo.com.)


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