Uno de los géneros cinematográficos más atractivos
dentro del horror adolescente
es el que nos presenta un heterogéneo grupo de desvalidas -y la mayor
parte de las veces descerebradas- víctimas que, durante noventa minutos de
metraje, son sistemáticamente exterminadas por un asesino. Este género, comúnmente
denominado psychokiller o slasher, nos ofrece un asesino enmascarado, con un
innegable atractivo, que se erige como protagonista absoluto de la película,
reduciendo la presencia de sus víctimas a una nueva vuelta de tuerca a la hora
de mostrar su habilidad con la muerte. Tiene sus orígenes en los años setenta ,
pero vivió su década dorada en los ochenta, con personajes tan carismáticos
como Michael Myers, Jason Voorhees o Freddy Krueger, creados por dos de los
directores más importantes del género, John Carpenter y Wes Craven, y uno de
los productores más inquietos, Sean S. Cunningham. Durante finales de los
noventa y principios de dos mil recuperó cierto interés, de nuevo de la mano
de Wes Craven y su fantástica trilogía Scream
,
y en los últimos años está de nuevo de moda gracias a la fabulosa Saw.
No es de extrañar, viendo la gran cantidad de público que
arrastran estas obras -y sus secuelas, en cualquiera de sus acepciones-, que
su presencia entre los juegos de mesa fuera imprescindible, pero quizá la
marginalidad del concepto, siempre asociado a series B, ha hecho que aunque
existan varios juegos que se acercan al tema, la gran mayoría
de ellos pertenezcan al circuito underground o amateur, sin una distribución
real.
Sin ser el primer juego que abordó esta temática ,
sin duda el que mejor ha capturado el espíritu y los elementos narrativos del género
ha sido Slasher: The Final Cut, diseñado por Randi Lindsay, David
Hewitt y Paul Brown y publicado en 1994 por Precedence Publishing (compañía
que publicó media docena de juegos más antes de desaparecer) en Estados
Unidos. Lamentablemente nunca fue publicado en España, pero no es difícil
encontrar una copia del juego de segunda mano buceando en los sitios adecuados
de Internet. Como primer detalle a tener en cuenta, Slasher: The Final Cut
se distribuía en una caja de cinta de vídeo VHS, remitiéndonos a los
productos de serie B de psychokillers que tanto proliferaron en los videoclubs
de barrio durante la década de oro del género. ¿Qué encontrábamos en su
interior? Un tablero de juego (si podemos denominar así a una hoja de papel
doblada) presentando seis localizaciones de una casa, varios marcadores y ciento
veinte cartas (o foto-cartas, como las denominan) representando a las víctimas,
al slasher y las escenas y los puntos de giro .
También, evidentemente, un libreto con las reglas del juego, treinta y dos páginas
de las cuales catorce se centran en la descripción del juego en sí, repleta de
bromas y humor negro,
y el resto se centran en la descripción de las cartas y variantes posibles del
juego (incluyendo una variante en la que los jugadores tratan... ¡de
emborracharse!).
La historia: hemos sido
invitados a una fiesta en la casa de Rory Manor, y un asesino psicópata nos está
matando uno a uno. Lo interesante es que cualquiera de nosotros puede ser ese
asesino, y sólo avanzando en la partida podremos descubrir quién es. Como
vemos, tenemos todos los elementos narrativos del género presentes, incluso dos
detalles que, a mi modo de ver, son imprescindibles para capturar la esencia del
psychokiller: en un determinado momento el slasher puede morir, sólo para
resucitar al instante siguiente y acabar con otra víctima, y si el sospechoso
principal muere, automáticamente otro personaje se convierte en el slasher.
Existen otros juegos que se han acercado al género, como Death Angel
,
Camp Wanagi
o Suburban Slasher ,
pero ninguno de ellos representa tan fielmente la sensación de "traidor
entre nosotros" inherente a este género, sino que van más hacia el espíritu
del "asesino inmortal" visto en las segundas y terceras
partes.
¿Cómo lo consigue Slasher:
The Final Cut? La mecánica del juego es sencilla. Sobre el tablero, que
representa seis localizaciones de una casa, se distribuyen las víctimas
(jugadores) y el asesino. Cada jugador dispone de una carta de personaje para
llevar la cuenta de sus puntos de vida y las "pistas" que indican que
él es el asesino, y una serie de cartas (divididas entre escenas y puntos de
giro) que les permitirán moverse por la casa, así como provocar la muerte de
otros jugadores, asignarles pistas... El juego en sí se divide en dos actos.
Durante el primero, nadie conoce la identidad del asesino, por lo que es
representado por una ficha independiente y, lo más importante, no puede ser
atacado por los jugadores (no deja de tener su lógica, pues en ese momento
nadie sabe quién es realmente el asesino). Durante el segundo acto, ya
conocemos la identidad (preliminar) del asesino, que corresponde al jugador que
ha acumulado más pistas. A partir de ese momento, el objetivo de las víctimas
es matar al asesino, y el del asesino... ya se pueden imaginar. Cuando una víctima
muere, no abandona el juego, ya que puede acumular el suficiente número de
pistas y convertirse entonces en el asesino, por lo que seguirá jugando sus
cartas y esperando en silencio su oportunidad de volver a la vida. El cambio
inesperado de roles representa, sin duda, una de las características más
interesantes del juego. El final llega cuando el asesino es, a su vez,
asesinado, o cuando todas las víctimas mueren a manos del asesino. ¿Qué otro
final posible cabe en una película de estas características?
Como detalles finales, habría
que mencionar que las reglas no son tan claras como cabría esperar, lo que
obliga a veces a dejarse guiar por la intuición. Todo el material incluido,
tanto cartas como tablero, está presentado en tonos grises con grano típico de
película barata, lo que cuadra con el tema, pero proporciona cierta sensación
de juego aficionado (que, por otro lado, es lo que es). Mención especial a
algunas cartas del juego, realmente ocurrentes, como "Sex", en la cual
una víctima selecciona a otra y ambas reciben el ataque del asesino, como en
cualquier película del género que se precie. Por último, un detalle curioso:
las reglas mencionan cartas que no vienen incluidas en el juego, lo que hace
pensar que quizá estuviera prevista una continuación, cosa que, como sucede
con todas las películas que no obtienen el necesario éxito de público, nunca
ocurrió.
En definitiva, Slasher: The Final Cut es un juego
ligero, con mucha mala leche y humor negro, que requiere un espíritu adecuado
para abordarlo, lo que lo hace ideal para una noche de Halloween o similar.
Enlaces:
Slasher:
The Final Cut en BGG:
http://www.boardgamegeek.com/game/2927
Death Angel, versión para descargar e imprimir:
http://www.whitemask.com/angel/main.htm
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