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Santiago EximenoJuegos de mesa y rol
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Santiago Eximeno


Juegos con historia (II)

Slasher: The Final Cut

Uno de los géneros cinematográficos más atractivos dentro del horror adolescente [1]  es el que nos presenta un heterogéneo grupo de desvalidas -y la mayor parte de las veces descerebradas- víctimas que, durante noventa minutos de metraje, son sistemáticamente exterminadas por un asesino. Este género, comúnmente denominado psychokiller o slasher, nos ofrece un asesino enmascarado, con un innegable atractivo, que se erige como protagonista absoluto de la película, reduciendo la presencia de sus víctimas a una nueva vuelta de tuerca a la hora de mostrar su habilidad con la muerte. Tiene sus orígenes en los años setenta [2], pero vivió su década dorada en los ochenta, con personajes tan carismáticos como Michael Myers, Jason Voorhees o Freddy Krueger, creados por dos de los directores más importantes del género, John Carpenter y Wes Craven, y uno de los productores más inquietos, Sean S. Cunningham. Durante finales de los noventa y principios de dos mil recuperó cierto interés, de nuevo de la mano de Wes Craven y su fantástica trilogía Scream [3], y en los últimos años está de nuevo de moda gracias a la fabulosa Saw.

No es de extrañar, viendo la gran cantidad de público que arrastran estas obras -y sus secuelas, en cualquiera de sus acepciones-, que su presencia entre los juegos de mesa fuera imprescindible, pero quizá la marginalidad del concepto, siempre asociado a series B, ha hecho que aunque existan varios juegos que se acercan al tema, la gran mayoría [4] de ellos pertenezcan al circuito underground o amateur, sin una distribución real.

Sin ser el primer juego que abordó esta temática [5], sin duda el que mejor ha capturado el espíritu y los elementos narrativos del género ha sido Slasher: The Final Cut, diseñado por Randi Lindsay, David Hewitt y Paul Brown y publicado en 1994 por Precedence Publishing (compañía que publicó media docena de juegos más antes de desaparecer) en Estados Unidos. Lamentablemente nunca fue publicado en España, pero no es difícil encontrar una copia del juego de segunda mano buceando en los sitios adecuados de Internet. Como primer detalle a tener en cuenta, Slasher: The Final Cut se distribuía en una caja de cinta de vídeo VHS, remitiéndonos a los productos de serie B de psychokillers que tanto proliferaron en los videoclubs de barrio durante la década de oro del género. ¿Qué encontrábamos en su interior? Un tablero de juego (si podemos denominar así a una hoja de papel doblada) presentando seis localizaciones de una casa, varios marcadores y ciento veinte cartas (o foto-cartas, como las denominan) representando a las víctimas, al slasher y las escenas y los puntos de giro [6]. También, evidentemente, un libreto con las reglas del juego, treinta y dos páginas de las cuales catorce se centran en la descripción del juego en sí, repleta de bromas y humor negro[7], y el resto se centran en la descripción de las cartas y variantes posibles del juego (incluyendo una variante en la que los jugadores tratan... ¡de emborracharse!).

La historia: hemos sido invitados a una fiesta en la casa de Rory Manor, y un asesino psicópata nos está matando uno a uno. Lo interesante es que cualquiera de nosotros puede ser ese asesino, y sólo avanzando en la partida podremos descubrir quién es. Como vemos, tenemos todos los elementos narrativos del género presentes, incluso dos detalles que, a mi modo de ver, son imprescindibles para capturar la esencia del psychokiller: en un determinado momento el slasher puede morir, sólo para resucitar al instante siguiente y acabar con otra víctima, y si el sospechoso principal muere, automáticamente otro personaje se convierte en el slasher. Existen otros juegos que se han acercado al género, como Death Angel [8], Camp Wanagi [9] o Suburban Slasher [10], pero ninguno de ellos representa tan fielmente la sensación de "traidor entre nosotros" inherente a este género, sino que van más hacia el espíritu del "asesino inmortal" visto en las segundas y terceras [11] partes.

¿Cómo lo consigue Slasher: The Final Cut? La mecánica del juego es sencilla. Sobre el tablero, que representa seis localizaciones de una casa, se distribuyen las víctimas (jugadores) y el asesino. Cada jugador dispone de una carta de personaje para llevar la cuenta de sus puntos de vida y las "pistas" que indican que él es el asesino, y una serie de cartas (divididas entre escenas y puntos de giro) que les permitirán moverse por la casa, así como provocar la muerte de otros jugadores, asignarles pistas... El juego en sí se divide en dos actos. Durante el primero, nadie conoce la identidad del asesino, por lo que es representado por una ficha independiente y, lo más importante, no puede ser atacado por los jugadores (no deja de tener su lógica, pues en ese momento nadie sabe quién es realmente el asesino). Durante el segundo acto, ya conocemos la identidad (preliminar) del asesino, que corresponde al jugador que ha acumulado más pistas. A partir de ese momento, el objetivo de las víctimas es matar al asesino, y el del asesino... ya se pueden imaginar. Cuando una víctima muere, no abandona el juego, ya que puede acumular el suficiente número de pistas y convertirse entonces en el asesino, por lo que seguirá jugando sus cartas y esperando en silencio su oportunidad de volver a la vida. El cambio inesperado de roles representa, sin duda, una de las características más interesantes del juego. El final llega cuando el asesino es, a su vez, asesinado, o cuando todas las víctimas mueren a manos del asesino. ¿Qué otro final posible cabe en una película de estas características?

Como detalles finales, habría que mencionar que las reglas no son tan claras como cabría esperar, lo que obliga a veces a dejarse guiar por la intuición. Todo el material incluido, tanto cartas como tablero, está presentado en tonos grises con grano típico de película barata, lo que cuadra con el tema, pero proporciona cierta sensación de juego aficionado (que, por otro lado, es lo que es). Mención especial a algunas cartas del juego, realmente ocurrentes, como "Sex", en la cual una víctima selecciona a otra y ambas reciben el ataque del asesino, como en cualquier película del género que se precie. Por último, un detalle curioso: las reglas mencionan cartas que no vienen incluidas en el juego, lo que hace pensar que quizá estuviera prevista una continuación, cosa que, como sucede con todas las películas que no obtienen el necesario éxito de público, nunca ocurrió.

En definitiva, Slasher: The Final Cut es un juego ligero, con mucha mala leche y humor negro, que requiere un espíritu adecuado para abordarlo, lo que lo hace ideal para una noche de Halloween o similar.

Enlaces:

Slasher: The Final Cut en BGG:

http://www.boardgamegeek.com/game/2927  

Death Angel, versión para descargar e imprimir:

http://www.whitemask.com/angel/main.htm

Todas las imágenes © Precedence

Notas:

[1] Una denominación que hace referencia tanto a la edad de los protagonistas de la película como al público al que va dirigido, aunque esta última afirmación sea discutible.

[2] Con la película Black Christmas (también conocida como Silent Night, Evil Night), dirigida en 1974 por Bob Clark, el precedente de todas las obras slasher.

[3] Aunque aquí, curiosamente, lo que permanece fijo es la víctima y varía la identidad del asesino, en un sorprendente golpe de efecto.

[4] Podríamos mencionar los dos juegos basados en A Nightmare on Elm Street, y poco más.

[5] Ese honor corresponde a Slasher Flick: Revenge of the Bogeyman (1984)

[6] Mantiene aquí el espíritu cinematográfico que impregna todo el juego.

[7] Aunque para libretos de reglas repletos de humor negro, el de Let's Kill (1997), creado por Aaron Pavao, otro de los juegos que aborda el género desde su lado más humorístico

[8] Diseñado por Anthony Gill y publicado en 1998 en Internet con descarga gratuita, uno de los juegos más populares de este género.

[9] Diseñado por Immersion Games y publicado en 2002, sin duda el más interesante de todos en la parte gráfica.

[10] Diseñado por Carl Talbot, Glen Manning y Scott Carey y publicado en 1985

[11] Y hasta décimas partes y más allá.

 


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