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Juan Manuel MartínezMúsica para el fantástico
Hangar 18
Juan Manuel Martínez

 


Lovecraft en Vietnam... vía Alemania

Es curioso, ¿verdad? Todo tiene su explicación. Lo cierto es que en los rincones, recovecos y escondrijos de este hangar puedes toparte con cosas insólitas como la que descubrí hace no mucho tiempo. Para ponernos en situación diré que hoy repasaremos una obra de un grupo alemán de lo más misterioso, extraño y cuasi desconocido: Mekong Delta. Por cierto, el nombre viene dado por una región de Vietnam que significa, en el idioma autóctono, algo así como "el delta del río de los nueve dragones". Chulo, ¿a que sí? Por cierto que mi vietnamita mejora día a día (risas).

Pero hay más misterios insondables sobre Mekong Delta, el grupo, a saber: fue un proyecto auspiciado por músicos alemanes más o menos conocidos dentro de la escena metálica (músicos de Rage, Helloween, Living Death, Stratovarius o Running Wild, entre otros, han pasado o están entre sus filas), pero que no dieron a conocer sus verdaderas identidades hasta bastante tiempo después de iniciada la intrigante aventura. Vamos, algo así como si Chayanne y Ricky Martin se unen para emular al Dúo Dinámico pero no se hacen fotos y se cambian los nombres. Rarito, rarito... Es más, se dedican a escribir discos conceptuales sobre obras del solitario de Providence, H. P. Lovecraft, y a rescatar del olvido a un compositor ruso llamado Modest Mussorgsky para realizar adaptaciones de su obra para orquesta y banda de heavy metal... ¡Más rarito aún! Aunque el ruski no es tan desconocido, pues ya Emerson, Lake & Palmer o el compositor de música electrónica Isao Tomita (¿alguien se acuerda de la sintonía de aquel programa infantil llamado "Planeta Imaginario"?) nos brindaron sus versiones de Mussorgsky en los años setenta. El caso es que, como comprenderás, Mekong Delta no es una banda al uso.

Así, los teutones lograron de manera insospechada que el relato de Lovecraft titulado "La música de Erich Zann" se diera un paseo metafórico por los arrabales de la zona sur de Vietnam vía Alemania, como decía en el título. Vamos, que su segundo álbum lo titularon The Music of Erich Zann (1988) y lo basaron en el breve e intenso relato del americano. Sin embargo, no sólo adaptaron el pasaje original en algunos cortes del disco, sino que ampliaron la historia y añadieron más detalles de la procedencia del ajado personaje alemán, de ojos vidriosos, violín en mano y mudo del cuento. Toda una novedad, la verdad. Es decir, no suele descubrirse por ahí la adaptación de una obra literaria a la que canibalices por un lado y, a la vez, enriquezcas con imaginación y profusión de pinceladas ajenas que sólo se sugieren en la original. Mekong Delta lo hizo en aquel año tan ochentero, en un alarde de respeto por el autor y prepotencia musical que hace las delicias del que suscribe.

Sin dejar de lado la atmósfera ominosa, sofocante del relato original, Mekong Delta se adentra, además, en el mundo más allá de aquella misteriosa ventana de la buhardilla de la Rue d’Auseil; en los pormenores y misterios que atormentan al anciano y talentoso músico Erich Zann. Eso en cuanto a la historia; la música es harina de otro costal, pues, haciendo honor a su condición de banda especialita, nos regalan una serie de extrañas y novedosas composiciones para la época, inclusión de instrumentos ajenos entonces al heavy metal (sobre todo de sintetizadores y orquesta clásica, tan de moda hoy en día), enrevesadas orgías instrumentales, ritmos intrincados y a veces agotadores por su caótica estructura, etc. Todo con una base, eso sí, que recuerda a las bandas estilo Metallica (para entendernos) de aquella época. El caso es que, de pensar que se trataba de una banda más de esas que su sólo sonido y la simpleza de sus composiciones echaban para atrás, me he dado cuenta que son una verdadera joya del postmodernismo metálico (¡toma etiqueta, ni las del Elfo Inglés!).

Lurking Fear Mekong Delta tienen más, mucho más que ofrecer a este humilde y destartalado hangar, pero como decía aquél: Ésa es otra historia... que deberá ser narrada en otra ocasión. Lo mismo que otras adaptaciones musicales de la imaginería lovecraftiana, todo un mundo sugerente que ha dado para arreglos cinematográficos (Re-Animator o Dagon, por ejemplo), de cómic (las obras de A. Brescia o E. Maroto) y demás ramas artísticas, así como un sinfín de apropiaciones para la escena musical (sobre todo la más oscurita, que conozco músicos que hasta se han puesto los nombres de las deidades de Howard Phillips... cosas de una dieta pobre en fósforo y vitaminas, seguro) que en su momento, y si pongo orden en este hangar, repasaremos para deleite de los seguidores de aquel que soñó mundos imposibles más allá del tiempo y el espacio. Mientras, voy a darme otra vuelta por el delta del río de los nueve dragones, que sé que tienen nuevo disco (Lurking Fear, 2007) con una buhardilla y cierto violinista sentado en la portada que me recuerdan a algo que te he comentado algo más arriba...


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