Es curioso, ¿verdad? Todo tiene su explicación. Lo cierto
es que en los rincones, recovecos y escondrijos de este hangar puedes toparte
con cosas insólitas como la que descubrí hace no mucho tiempo. Para ponernos
en situación diré que hoy repasaremos una obra de un grupo alemán de lo más
misterioso, extraño y cuasi desconocido: Mekong Delta. Por cierto, el nombre
viene dado por una región de Vietnam que significa, en el idioma autóctono,
algo así como "el delta del río de los nueve dragones". Chulo, ¿a
que sí? Por cierto que mi vietnamita mejora día a día (risas).

Pero hay más misterios insondables sobre Mekong Delta, el
grupo, a saber: fue un proyecto auspiciado por músicos alemanes más o menos
conocidos dentro de la escena metálica
(músicos de Rage, Helloween, Living Death, Stratovarius o Running Wild, entre
otros, han pasado o están entre sus filas), pero que no dieron a conocer sus
verdaderas identidades hasta bastante tiempo después de iniciada la intrigante
aventura. Vamos, algo así como si Chayanne y Ricky Martin se unen para emular
al Dúo Dinámico pero no se hacen fotos y se cambian los nombres. Rarito,
rarito... Es más, se dedican a escribir discos conceptuales sobre obras del
solitario de Providence, H. P. Lovecraft, y a rescatar del olvido a un
compositor ruso llamado Modest Mussorgsky para realizar adaptaciones de su obra
para orquesta y banda de heavy metal... ¡Más rarito aún! Aunque el ruski no es tan desconocido, pues ya Emerson, Lake & Palmer o el
compositor de música electrónica Isao Tomita (¿alguien se acuerda de la
sintonía de aquel programa infantil llamado "Planeta Imaginario"?)
nos brindaron sus versiones de Mussorgsky en los años setenta. El caso es que,
como comprenderás, Mekong Delta no es una banda al uso.
Así, los teutones lograron de manera insospechada que el
relato de Lovecraft titulado "La música de Erich Zann" se diera un
paseo metafórico por los arrabales de la zona sur de Vietnam vía Alemania,
como decía en el título. Vamos, que su segundo álbum lo titularon The
Music of Erich Zann (1988) y lo basaron en el breve e intenso relato del
americano. Sin embargo, no sólo adaptaron el pasaje original en algunos cortes
del disco, sino que ampliaron la historia y añadieron más detalles de la
procedencia del ajado personaje alemán, de ojos vidriosos, violín en mano y
mudo del cuento. Toda una novedad, la verdad. Es decir, no suele descubrirse por
ahí la adaptación de una obra literaria a la que canibalices por un lado y, a
la vez, enriquezcas con imaginación y profusión de pinceladas ajenas que sólo
se sugieren en la original. Mekong Delta lo hizo en aquel año tan ochentero,
en un alarde de respeto por el autor y prepotencia musical que hace las delicias
del que suscribe.
Sin dejar de lado la atmósfera ominosa, sofocante del
relato original, Mekong Delta se adentra, además, en el mundo más allá de
aquella misteriosa ventana de la buhardilla de la Rue d’Auseil; en los
pormenores y misterios que atormentan al anciano y talentoso músico Erich Zann.
Eso en cuanto a la historia; la música es harina de otro costal, pues, haciendo
honor a su condición de banda especialita,
nos regalan una serie de extrañas y novedosas composiciones para la época,
inclusión de instrumentos ajenos entonces al heavy metal (sobre todo de
sintetizadores y orquesta clásica, tan de moda hoy en día), enrevesadas orgías
instrumentales, ritmos intrincados y a veces agotadores por su caótica
estructura, etc. Todo con una base, eso sí, que recuerda a las bandas estilo
Metallica (para entendernos) de aquella época. El caso es que, de pensar que se
trataba de una banda más de esas que su sólo sonido y la simpleza de sus
composiciones echaban para atrás, me he dado cuenta que son una verdadera joya
del postmodernismo metálico (¡toma etiqueta, ni las del Elfo Inglés!).
Mekong Delta tienen más, mucho más que ofrecer a este humilde y
destartalado hangar, pero como decía aquél: Ésa es otra historia... que deberá
ser narrada en otra ocasión. Lo mismo que otras adaptaciones musicales de la
imaginería lovecraftiana, todo un mundo sugerente que ha dado para arreglos
cinematográficos (Re-Animator o Dagon,
por ejemplo), de cómic (las obras de A. Brescia o E. Maroto) y demás ramas artísticas,
así como un sinfín de apropiaciones para la escena musical (sobre todo la más
oscurita, que conozco músicos que hasta se han puesto los nombres
de las deidades de Howard Phillips... cosas de una dieta pobre en fósforo y
vitaminas, seguro) que en su momento, y si pongo orden en este hangar,
repasaremos para deleite de los seguidores de aquel que soñó mundos imposibles
más allá del tiempo y el espacio. Mientras, voy a darme otra vuelta por el
delta del río de los nueve dragones, que sé que tienen nuevo disco (Lurking
Fear, 2007) con una buhardilla y cierto violinista sentado en la portada que
me recuerdan a algo que te he comentado algo más arriba...
 Archivo de
Hangar 18
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