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Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


Jerzy Kosinski
Bienvenido, Mr. Chance (Desde el jardín)

Buscándole las vueltas al concepto de cf

Algunos lectores de estas columnas me señalan en ocasiones que fuerzo un poco el concepto "ciencia-ficción" para incluir determinadas obras. No estoy de acuerdo. Como he señalado en varias ocasiones, para mí la ciencia-ficción tiene bastante poco que ver con la ciencia a estas alturas. Se trata de una denominación bajo la que cabe un determinado tipo de literatura fantástica: la que tiene agarraderas en la verosimilitud. Esto se amplía a temáticas que, en determinada parte del proceso de decantación de lo que hoy conocemos como cf, resultaron igualmente verosímiles para la opinión pública, cuyos conocimientos científicos no son precisamente elevados. Puesto que éste es otro punto capital: la cf no es propiedad ni de los científicos ni de sus aficionados, sino del común de los consumidores de cultura, que por suerte o por desgracia no descartan la posibilidad de que la telepatía sea un fenómeno posible. Y así, resulta que la cf es un compartimiento más amplio que el inicialmente previsto, en el que entra todo relato acerca del futuro, del pasado histórico alternativo, etc. Sería mejor que ese género se llamara de otra manera, pero resulta que el nombre "ciencia-ficción" ya no hay quien lo mueva, así que con él tendremos que seguir lidiando.

Todo esto viene a cuento para demostrar mi capacidad para la contradicción y dar la razón a quienes se quejan de que en ocasiones se meten en la cf cosas que no tienen que ver absolutamente nada con ella. Hace unos meses, con ocasión de la visita de Christopher Priest (al que admiro incondicionalmente) a España, el autor inglés contó que uno de los escritores que más le habían influido era Jerzy Kosinski, al que consideraba próximo al género. Yo no había leído nada de Kosinski, aunque el nombre sí me resultara familiar por títulos como el que aquí voy a comentar, adaptado al cine en una película que tuvo a Peter Sellers como protagonista. Unas semanas después (en una de esas casualidades acumulativas tan frecuentes), hojeaba la Enciclopedia de la ciencia ficción y veía cómo Kosinski merecía una entrada propia como un autor con un tipo de fabulación muy próximo e influido por la cf, destacando Being There (este Bienvenido, Mr. Chance) como ejemplo más obvio.

Bien, es el momento de comprar el libro, me dije. Y lo leí en un santiamén, porque es cortito y entretenido. Y que me aspen si sé qué demonios tiene que ver con la ciencia-ficción: no encuentro conexión alguna.

Lo cual no quita, por supuesto, para que estemos hablando de una novela francamente recomendable. La historia es una fábula, una especie de parábola, acerca de la superficialidad de nuestro entorno social. Chance, que no tiene otro nombre ni apellidos, es un jardinero que vive desde que tiene memoria en el patio central de una señorial mansión neoyorquina, donde fue recogido por un prestigioso abogado. No ha salido de allí en ninguna ocasión: no enfermó jamás y no tuvo necesidad de ningún tipo, amparado en el entorno de la casa. Todo su conocimiento del exterior procede de la televisión. Ni siquiera sabe leer o escribir, ni ha hablado jamás con nadie que no fuera la criada de la casa, el hombre que le enseñó jardinería y el dueño.

La muerte de éste obliga a Chance a salir a ese mundo exterior que no entiende. Se pone uno de los trajes de su señor y sale a la calle sin saber a dónde ir. Pero tiene su primer golpe de suerte: es atropellado por la joven esposa de un anciano magnate. Aunque el incidente no tiene consecuencias, la dama le toma por un caballero de alto nivel debido a la calidad de su vestimenta , su educación y su porte, y se lo lleva a su casa.

Aquí comienza la conversión del jardinero en Chauncey Gardiner, el economista más influyente del momento. En ningún momento Chance entra en un proceso pigmaliónico: nadie sospechara de su total falta de preparación. Escuchando más que hablando, pasa por reflexivo; respondiendo con laconismo, se le confunde con sabio; saliendo en todo momento de las preguntas con comentarios de jardinería, se le toma como un optimista visionario del mercado aficionado a las metáforas coloristas. Pese a lo increíble del planteamiento, Kosinski truca una y otra vez con finura las situaciones para hacer que el despistado Chance, que en ningún momento da el más pequeño síntoma de inteligencia o progreso en su adaptación al medio, salga siempre adelante con brillantez, y que sus comportamientos puedan ser interpretados como certeras visiones de un genio auténtico.

La obra, como espero que mi comentario deje claro, es verdaderamente divertida, y está cargada de auténtico vitriolo en su visión de las élites. El final, abierto a un progreso aún mayor de Chance, evita que Kosinski tenga que llevar la situación al absurdo absoluto que se adivina. Al buen tono de la novela contribuye el ritmo narrativo de Kosinski, uno de los autores que -como Conrad o Nabokov- abandonaron su idoma natal -en este caso el polaco- para escribir en inglés.

Y dicho todo esto, ¿qué tiene de cf Bienvenido, Mr. Chance? Pues nada, absolutamente, salvo que interpretemos que su carácter de fábula moral suponga la inclusión en nuestro género. Algo en lo que verdaderamente, sin otros elementos temáticos, me resulta difícil creer.


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