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Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


Rodolfo Martínez
El abismo te devuelve la mirada

Policiaco para el fandom... y los demás

Decimos muchas veces que en la ciencia-ficción las cosas van mal, así o asá… Bueno, deberíais ver cómo están en el policiaco. Los autores españoles, salvo los que no están dentro del género (tipo Manuel Vázquez Montalbán, Alicia Jiménez-Bartlet o Lorenzo Silva), tienen prestigio, pero ventas reducidas. No hay colecciones como tales, apenas una sola publicación especializada (la animosa Prótesis de David Panadero) y ni siquiera hay librerías que mantengan un fondo de catálogo relevante.

El abismo te devuelve la mirada

Por eso, curiosamente, esta novela de Rodolfo Martínez fue de las mejores vendidas de la colección Huella de Sangre, una meritoria iniciativa de Miguel Agustí que no pudo despojarse de un cierto aire amateur en su edición. Y sólo porque aportó a los pocos lectores especializados de novela policiaca un puñado de aficionados a la cf, seguidores de la carrera del escritor asturiano.

Sin embargo, no faltan razones para que los aficionados a la cf se interesen por esta novela. Puesto que es la historia de un escritor de cf que se convierte en un psicópata asesino. Y puesto que las razones para ello, como iremos descubriendo a lo largo de la trama, se entroncan con buena parte de los mitos fundacionales del género, al menos tal y como lo concebimos en España: Lewis Carroll, Jorge Luis Borges o M.C. Escher están al fondo de la trama concebida por Martínez.

Para los curiosillos malsanos, la novela presenta retratos apócrifos de algunos de los más notorios autores españoles de cf, que acuden a un taller literario que organiza el protagonista, Corzo. Ahí anda una tal Irene, retratada algo duramente, en la que no es difícil reconocer a Elia Barceló. Y un andaluz llamado Rodrigo, de vena poética, en el que no resulta complicado ver a Rafael Marín. Ángel Torres Quesada o Pedro Jorge Romero son otros de los miembros del fandom retratados en la novela, que incluye además algunas jugosas reflexiones sobre lo que supone la afición a la cf, la especial complexión mental que impone en el lector, etc. Pero, curiosamente, Martínez sí escamotea un poco a los lectores ajenos toda la realidad del género, al presentarlo como algo más grande de lo que es: Corzo, por ejemplo, se dedicó casi profesionalmente a escribir cf en el pasado -algo obviamente impensable en la realidad-, aunque terminara dejándolo por una vida más cómoda y corriente.

La novela es el retrato de una obsesión; una fijación, además, que comparten otras historias de Martínez. Se trata de la imposibilidad de deshacer hechos ocurridos en un lugar, el pasado, que, como decía Jünger, está más lejos que cualquier distancia. Y, en concreto, de recuperar un amor perdido. Ése será el eje progresivamente descubierto de la narración, que a priori sigue la incorporación a una institución psiquiátrica de la joven Isabel. Poco a poco, cae bajo el embrujo del más célebre internado del lugar: Corzo, que mató con absoluta frialdad a su mujer y sus dos hijos, justo antes de ofrecer un taller literario de ciencia-ficción, repartiendo sus restos sanguinolentos por la casa. Con el informático del lugar (un aficionado a la cf, tal vez éste un trasunto del joven Martínez) como aliado, Isabel irá profundizando en las especiales condiciones en las que el director del lugar mantiene a Corzo, así como en los escritos con los que éste llena su tiempo en una habitación rodeada de espejos.

La personalidad de Corzo resulta adecuadamente sugestiva, aunque las comparaciones con Hannibal Lecter -que el autor busca exorcizar con la propia mención del personaje- resulten desfavorables. Sin embargo, el desarrollo de la trama y el retrato de los restantes protagonistas resulta convincente, haciendo de El abismo te devuelve la mirada una lectura francamente satisfactoria.


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