[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]
Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


Stephen Vizinczey
El hombre del toque mágico

Denuncia social y tópicos terribles

Casi siempre menciono aquí a quienes me condujeron al descubrimiento de los libros que reseño, puesto que la labor de encontrar cf de interés fuera de colección es en ocasiones complicada. El hombre del toque mágico fue incluida en el listado de las mejores novelas de este tipo que publicamos en Las 100 mejores novelas de ciencia ficción (La Factoría de Ideas) debido a la insistencia de un lector tan voraz como José Miguel Pallarés, que hizo un tentador trabajo en la descripción del libro. Hace unos meses, lo encontré de semisaldo y lógicamente le di una oportunidad. Que me deja un sabor agridulce, sin que haya podido conectar con el libro de la misma forma que lo hizo Pallarés.

Vizinczey es un autor de sobrado prestigio internacional, gracias sobre todo al best seller En brazos de la mujer madura. Húngaro emigrado a Canadá a los 23 años, consiguió dominar el inglés hasta convertirse en un escritor de estilo depurado, que tuvo primero que autoeditar su gran éxito para luego convertirse en un superventas. En esta ocasión, se aparta parcialmente de sus registros habituales para introducir un deus ex machina, un extraterrestre casi todopoderoso, como elemento clave en su denuncia del capitalismo salvaje.

Hay aspectos muy interesantes en lo que Vizinczey lleva a cabo con este libro. Es, quizá, uno de los que más claramente me muestra una de las debilidades de la cf contemporánea: su falta de interés por la denuncia social, por realizar lo que en la contraportada de esta novela se califica de forma rimbombante, pero exacta, como “apólogos morales”. Hay algo que con frecuencia se olvida: Los viajes de Gulliver era, en su época, ciencia-ficción: presentaba una realidad alternativa verosímil conforme a los conocimientos científicos y geográficos de la época, que hacía creíble que existieran tierras por descubrir con extraños habitantes. Se presentaba un escenario no imposible, simplemente lejano, y a partir de ahí se utilizaba para una reflexión en torno a la propia sociedad. Hoy, con el planeta peinado, es necesario poner fuera de la Tierra los elementos que permitan la sátira deseada. Es lo que hace con desigual acierto Vizinczey, mostrando un camino que sólo parece explorarse desde fuera del propio “núcleo duro” del género, mientras éste prosigue en el camino hacia la metarreferencia y la barroquización, que le restan lectores aunque a cambio le estén permitiendo ejecutar futuros de bella textura y creciente autoconsistencia.

Sin embargo, como lector encallecido de cf, hay algo que lastra terriblemente mi juicio sobre este libro: la absoluta despreocupación de Vizinczey por dar verosimilitud al contenido fantástico de su relato, que se queda no sólo en algo superficial e ingenuo sino, lo que es mucho peor, terriblemente tópico. Neb, el extraterrestre en cuestión, llega mediada la novela como un adolescente caprichoso e impulsivo, deliberadamente tonto, que de alguna forma socava la buena marcha del relato realista previo. En él, Jim Taylor, un veterano ejecutivo, nos narra su vida intentando llevar un cierto comportamiento ético en el mundo de las grandes finanzas, lo que a la larga desembocará en su despido. Estas páginas se absorben; sin ocultar trazos oscuros en el retrato de su personaje, Vizinczey arranca auténtica empatía con él cuando decide suicidarse ahogándose en una playa de Florida.

Saldrá de ahí para salvar a Neb y su pequeña nave, con lo cual el extraterrestre queda comprometido a concederle tres deseos. El primero resulta ser el de conseguir el toque mágico para sus manos, que desde entonces son igualmente capaces de sanar, rejuvenecer, arreglar, limpiar o lo que haga falta. El don resultará, por culpa de esa sociedad egoísta y negativa que denuncia, en un problema para Jim y su esposa, que tendrán que aislarse progresivamente.

Esta parte de parábola, redondeada con el segundo deseo que no es prudente revelar para no destripar el argumento, recupera algo el tono de la novela, que sin embargo no termina de redondearse en un final predecible. Queda, eso sí, el regusto de un trabajo bien escrito, pero en el que se echa de menos algo que suele faltar a muchos autores generales que incursionan en la cf: el conocimiento suficiente del género para enfrentarse a sus recursos con originalidad, sin limitarse a emplearlos como un generador de gags que deben justificarse con un guiño cómplice al lector puesto que de ellos no se puede esperar nada bueno.


Archivo de Extramuros
[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]