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Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


Robert Merle
Malevil

La mejor novela posatómica

Evidentemente, esta sección supone entre otras cosas reflejar mis pequeñas búsquedas por librerías de viejo, los ratos perdidos en esos lugares un poco mágicos que se esconden en cada rincón del mapa. El libro que en esta ocasión quiero comentar fue encontrado hace cuatro años en una pequeña librería de Santiago de Compostela, un lugar en el que seguramente se esconderán muchas otras maravillas si uno tiene el tiempo necesario para buscarlas.

No es un capricho hablar de Malevil, no se trata de una rareza extrema. Bien al contrario, uno diría que debería tratarse de una novela bastante bien conocida; al fin y al cabo, se trata de la única obra no publicada originalmente en inglés que ha conseguido uno de los premios "grandes" de la cf anglosajona, concretamente el John W. Campbell de 1974, ex aequo nada menos que con Cita con Rama. El hecho es poco conocido, al punto de que su exclusión es una de las erratas en la reciente obra que coordiné, Las 100 mejores novelas de ciencia ficción del siglo XX (Solaris Ficción nº 19), con lo que espero en una pequeña medida que este texto sirva como penitencia.

Merle no es, ni mucho menos, un advenedizo en el género. En el historial de este escritor que ganó el premio Goncourt con su primera novela, Fin de semana en Zuydcoote, figuran también títulos como Un animal doué de raison (con adaptación cinematográfica de Mike Nichols en 1973 como El día del delfín y al cómic por Juan Giménez en 1979), sobre experimentos que consiguen enseñar el lenguaje humano a los delfines, o Les hommes protegées, acerca de la desaparición de los hombres adultos a causa de un virus y la consecuente sociedad femenina. A sus 94 años, Merle es un autor respetado en Francia, aparentemente aún en activo y que es recordado sobre todo por La mort est mon métier, una novela sobre campos de concentración narrada en primera persona por un miembro de las SS.

Razones todas ellas que os justificarán mi interés por Malevil, si bien he de reconocer que éste no puede ser un análisis ni exhaustivo ni concluyente. Por una razón muy sencilla: la única edición que parece existir de esta interesante novela posatómica (aunque he encontrado alguna mención fantasmagórica a una edición argentina de Emecé) es un "abreviado" de Selecciones del Reader´s Digest que deja en poco más de 170 páginas una novela que en su edición en francés tenía 635 (!). Una extensión que, por otra parte, descarta la edición de la novela por parte de alguna de nuestras editoriales del género en estos momentos, al tratarse de un tocho de un autor desconocido y bla, bla.

Lo cual, en apariencia, es una auténtica pena. A riesgo de no saber si la historia está condensada en las páginas que he leído -que resultan autoconclusivas y satisfactorias en sí mismas- o simplemente presenta el comienzo del relato -lo que me parece poco probable-, creo que podríamos estar ante la mejor novela posatómica jamás publicada, un relato sensible y cuidadoso que, de haber aparecido en Minotauro, podría haber sido situada sin dificultades en el mismo rincón que merecen otras hermosas obras crepusculares como La tierra permanece o Ciudad, por poner dos ejemplos que creo que la mayoría conoceréis. La historia se desarrolla en el castillo de Malevil, comprado por Emmanuel Comte para fundar un criadero de caballos. Los gruesos muros del lugar protegen a Comte y cinco compañeros de la explosión de la bomba atómica, y con exhaustivo realismo, los supervivientes se dedican a la ardua tarea de la supervivencia.

En ningún momento sabremos quién es el causante del desastre, ni llegaremos a entrever la reconstrucción de la civilización. No hay mucho de la ampulosa grandiosidad a la que los davidbrines de turno someterían a la historia: sólo un pueblo y sus escasos supervivientes sometidos al intento de tiranía religiosa de un arribista, defendiéndose de las bandas de nómadas que intentan sobrevivir a costa del trabajo ajeno y reencontrándose con valores largo tiempo perdidos. Hay reflexiones de cierta hondura sobre la necesidad de la religión en momentos difíciles, sobre lo inevitable de una sociedad comunista sencilla cuando todo lo que no sea compartir supone una puñalada a la supervivencia o sobre lo banal de sentimientos nacidos en el marco de la sociedad moderna como los celos o la propiedad. Y hay personajes de carne y hueso, entrañables, auténticos, que ven realzadas sus cualidades ante la necesidad de sacar sus mejores condiciones personales para defenderse del entorno hostil.

Resulta difícil hacer un comentario sobre el estilo, dado que posiblemente lo que he leído sea una traducción con el inglés como intermediario del original francés. Pero la novela es apasionante, amena, emocionante en su sentido de la aventura limitada a un marco muy pequeño. Una de las raras joyas escondidas que aún guarda el género y que me encantaría que pudiérais disfrutar en el futuro.


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