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Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


César Mallorquí
La mansión Dax

Una cumbre de la poética de Mallorquí

Poco a poco, en obras que aparecen aquí y allá, en géneros como la cf o el juvenil, César Mallorquí está trazando los rasgos de una poética. Se dibuja con trazos como la claridad narrativa, el gusto por las tramas repletas de misterios, el uso de pasiones extremas tan viejas como la venganza o el amor imposible. Son los rasgos de alguien que ama, ante todo, la construcción de argumentos impecables y que parece desear el retorno de los tiempos en los que la literatura se concebía como un medio de diversión. En resumen, de alguien que conoce y quiere el oficio de escribir al viejo estilo. Sin llamar la atención. Sólo, y nada menos, devolviendo al lector en forma de ratos de placer el precio que pagó por un libro.

La mansión Dax

La mansión Dax no es una novela que tenga a priori nada de fantástico, aunque en ella haya un equipo de justicieros y una conspiración de gran aliento. Sin embargo, creo necesario reseñarla aquí puesto que supone una de las obras maestras de Mallorquí hasta hoy, la primera que consigue partiendo del campo de la novela juvenil, y deleitará a quienes, como yo, creen que "La pared de hielo" y "La casa del doctor Pétalo" (ambas en la colección El Círculo de Jericó, Ediciones B) son obras de verdadera importancia.

Sólo dos pequeñas lagunas pueden detectarse en las absorbentes páginas de La mansión Dax: la evidencia de que esconde tras de sí una obra más extensa, que seguramente quedará inédita, y los pequeños retazos de novela juvenil que en ocasiones se ven introducidos de forma un tanto forzada en el contexto de un relato repleto de detalles duros, rebosante de crueldad y de pasiones bastante poco recomendables. Pero todo ello, por primera vez en los juveniles de Mallorquí, no se convierte a su vez en una trama interesante, pero adivinable: aunque hay un detalle que resulta difícil de aceptar que el protagonista, Alejo Zarza, no comprenda antes de lo que lo hace en la novela -la verdadera identidad de su mentor-, el resto de las subtramas permanecen en la oscuridad para ser progresivamente desveladas.

La historia sigue el relato del citado Zarza, un golfillo de las calles de Madrid a finales del siglo XIX, un personaje construido de forma cuidadosa en sus hechos. Un tipo solitario, un alma castrada, que remite inevitablemente a Gully Foyle (de hecho, algunos otros ecos, al menos temáticos, de Las estrellas mi destino -por la cual Mallorquí siempre declaró su admiración- se dejan vislumbrar en la historia). Con un maravilloso detalle descriptivo, conocemos sus andanzas como ratero, su evolución de pequeñas pillerías hasta la integración en un grupo de carteristas. El retrato de Madrid es formidable, y el hecho de que el propio Mallorquí cite en alguna ocasión a Dickens en la novela no hace sino reforzar la sensación de que en el feísmo conmovedor del autor inglés encontró su fuente de inspiración.

Y, finalmente, asistimos a la llegada de Alejo a la Mansión Dax para formar parte de un grupo de jóvenes de talento, a los que el millonario Sebastián Dax paga una formidable educación. Sin embargo, poco a poco sabemos que tras la apariencia filantrópica se esconde algún tipo de intención oculta, y en demoledores finales de capítulo, Alejo nos anticipa que su amor por una de las condiscípulas, Raquel, desencadenará su desgracia, y que él mismo terminará por dar muerte a Dax.

El conocer ese trágico destino, lejos de atenuar el interés de la trama, le añade nuevos alicientes, como en los buenos folletines tradicionales. Y, también como en ellos, vamos descubriendo que en el camino aguardan incontables subtramas en las que se apuntan poco veladamente temas poco habituales en el juvenil: sexo, amor rayano en la locura, traición, prostitución, un asesino psicópata... y, sobre todo, una oscuridad ambiental, una falta de salidas ante un mundo hostil, una pesadumbre densa que chocan con la alegría de la novela joven al uso, remarcados por un final coherente en su tragedia, tanto global como íntima.

Mi más sincera recomendación para este libro que se lee en un suspiro y que aúna quizá las dos mejores cualidades de una novela: divierte y deja poso. Ojalá Mallorquí se decida pronto a aportar sus cualidades a lo que cada vez más se me antoja su gran misión a largo plazo: una novela de cf española adulta y con empaque comercial.


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