[ Editorial ] [ Bibliópolis Fantástica ] [ Bibliópolis: Crítica en la red ] [ E-mail ]
Bibliópolis Fantástica

Mesa redonda sobre Los ladrones de cuerpos
Con la intervención de Pedro Duque, Lorenzo Luengo, Jesús Palacios, Frank G. Rubio y Arturo Villarrubia

Los ladrones de cuerpos

Los ladrones de cuerpos, de Jack Finney

El jueves 5 de diciembre de 2002 tuvo lugar en el Foro de la FNAC de Madrid una mesa redonda en torno a Los ladrones de cuerpos, de Jack Finney, y sus versiones cinematográficas. Participaron en ella Pedro Duque, Lorenzo Luengo, Jesús Palacios y Frank G. Rubio, actuando Arturo Villarrubia como moderador.

Foro de la FNAC

La mesa se abrió con una primera intervención de cada participante. Lorenzo Luengo, traductor de la novela y escritor, calificó su trabajo en Los ladrones de cuerpos como un acto de amor y como la posibilidad de recrear un mito de su infancia. Opinó también que el tema de la paranoia, tan destacado, responde a una primera lectura elemental, y destacó como méritos de la obra su combinación de fantástico y thriller, su comienzo misterioso y su ritmo trepidante.

El crítico Pedro Duque incidió en el impacto de la historia: fue, afirmó, la primera película que le dio miedo. También subrayó que cada versión cinematográfica ha tenido un tema de fondo distinto: la paranoia en la de Siegel, la amenaza del cambio social en la de Kaufman, y una exploración de los miedos adolescentes en la de Ferrara.

Lorenzo Luengo, Pedro Duque, Jesús Palacios, Arturo Villarrubia y Frank G. Rubio

En su primera intervención, el crítico y escritor Jesús Palacios comenzó destacando la grata sorpresa que ha supuesto para él la edición de este clásico dentro de la nueva colección Bibliópolis Fantástica, haciendo hincapié en el extraño azar del destino por el que la novela estaba aún inédita en España, a pesar del estreno de las películas. ¿Se habrá tratado de una conspiración?, preguntó. Para él, otra sorpresa fue encontrar que la lectura de la novela no es un mero recuperar lo ya visto en las películas, y comprobar que se lee de un tirón, como la narrativa sin pretensiones de los 50; frente al estilo de terror contemporáneo de un Stephen King (gran admirador, por cierto, de la novela Finney), Los ladrones de cuerpos va directo al grano (o a la vaina). Y además hay diferencias con las películas, empezando por el final, distinto al de todas ellas. Antes que pura ciencia-ficción, Palacios entiende que la novela es un thriller de argumento fantástico y con importantes elementos “forteanos”: el recurso a las noticias extravagantes de los periódicos, como las lluvias de ranas, que suelen ser bulos pero que dejan la duda de si un 1% no será real (e inspiración también de algunos cuentos de H.P. Lovecraft). En cuanto a la importancia de la paranoia, Palacios opina que en Los ladrones de cuerpos no se trata simplemente de un recurso del género, sino que es la clave para la salvación de los personajes: su paranoia no es tal, porque lo que les persigue es real.

Luengo, Duque, Palacios, Villarrubia y Rubio

A su vez, el escritor Frank G. Rubio intervino para subrayar el carácter de Los ladrones de cuerpos como “libro de los malos tiempos” y de actualidad, especialmente en dos cuestiones: por un lado, como alegoría explícita de la metamorfosis mental que supone la alteración de las condiciones de vida de un pequeño pueblo enfrentado a la modernidad; por otro, por mostrar las consecuencias de un choque frontal de la realidad con lo que creemos conocer. En este sentido, subrayó la condición de la novela como “manual de técnicas de camuflaje” para disidentes de la opinión mayoritaria.

Luengo, Duque, Palacios, Villarrubia y Rubio

En el debate que se abrió a continuación, Duque volvió sobre la idea del cruce genérico en la novela, en su opinión entre el terror paranoico y la novela negra, calificándola de ascendiente de algunas de las obras de Philip K. Dick. Por su parte, Palacios precisó cómo en cada versión cinematográfica la trama se reconduce a los intereses de sus directores: Siegel y las verdades eternas americanas, Kaufman y la oposición entre las culturas conservadora y progresista, y Ferrara con una dimensión religiosa y apocalíptica. Luengo volvió a intervenir para resaltar el carácter de representación teatral de la vida por parte de los duplicados surgidos de las vainas, y para destacar que Los ladrones de cuerpos se emparenta también con los temas del doble y de la tecnología: cómo el hombre deja de ser humano. Palacios tomó de nuevo la palabra para destacar la resonancia de la historia, muy repetida posteriormente, achacándola a que se basa en el miedo a la pérdida de la propia identidad (al contrario que Amos de títeres, de Robert A. Heinlein, que es pura ciencia-ficción) y que es precedente del tema de la subversión de una comunidad. En esta línea, Duque señaló el lado atractivo del tema del doble, y cómo ofrece una oportunidad de escapar de la vida cotidiana: un cuerpo sin alma puede cumplir el papel social, mientras que uno se dedica a otra cosa. Rubio incidió en la idea de la novela como retrato de una amenaza a la identidad en los 50, conflictiva y alienante, relacionándola con la narrativa de James Elroy. Calificó algunas de las acciones del grupo que se resiste al cambio de “rituales de magia simpática”.

Detalle del público asistente

Tras el debate se abrió un turno para el público. A la pregunta de si puede detenerse la evolución tecnológica, Palacios contestó que aunque la novela tiene elementos puntuales antitecnológicos, parece evidente que al final es el espíritu humano el único que consigue frenar el proceso de deshumanización. En este sentido, encontró paralelismos con la obra de Ayn Rand y su objetivismo: Finney, republicano de tendencias liberales, tenía fe en el ser humano, no en el colectivo. Rubio terció para resaltar la nostalgia de Finney por el final del siglo XIX, que le parecía la mejor época de la humanidad. A su vez, Luengo destacó que en la obra de Finney el viaje en el tiempo es una constante, pero siempre al pasado, a momentos donde los lazos eran afectivos, no tecnológicos. Arturo Villarrubia precisó que se trataba de una vuelta a un pasado idealizado.

Detalle del público asistente

Una nueva pregunta solicitó a los intervinientes su opinión sobre la relación de Los ladrones de cuerpos con la película eXistenZ de David Cronenberg. Villarrubia la encontró en los peligros del solipsismo, de creerse el centro del universo. Palacios entendió que la relación puede establecerse mejor con Matrix: las personas que en realidad son cáscaras vacías, y el miedo a la sustitución de la realidad por un simulacro. Rubio destacó la condición de universo sellado y rígido del mundo de Los ladrones de cuerpos, y planteó a su vez el problema de la versión cimeatográfica de Ferrara, que calificó de “católica”. Duque defendió su carácter de buena diversión, mientras que Palacios destacó su atractivo técnico en contraposición con su deplorable ideología (como ya sucedía con el vampirismo en The Addiction).

Con estas palabras y una última exhortación al público a que comprobase por sí mismo lo interesante de la novela de Finney, se dio por finalizado el acto.

[ Editorial ] [ Bibliópolis Fantástica ] [ Bibliópolis: Crítica en la red ] [ E-mail ]