Título
original: Little Britain
Creado por Matt Lucas y David Walliams
Intérpretes: Matt Lucas, David Walliams y Tom Baker (voz en off)
Emitida en España por Canal +
Los
ingleses inventaron el fair-play, que viene a ser más o menos el
equivalente caballeresco de la hipocresía. Durante siglos nos han vendido
la idea del labio superior estirado, el meñique tieso, el bombín y el
Times; o sea, la flema británica. Luego llegó el pop y la eclosión de las
Eurocopas y la caída en picado de la Commonwealth y poco a poco nos fuimos
dando cuenta de que lo brit también podía ser zafio, grosero,
violento y sucio, y que la radiografía más perfecta de esa sociedad
perfectamente publicitada de sí misma la había mostrado ya Robert Louis
Stevenson cuando soñó la dualidad del doctor Jekyll y su reverso tenebroso
Mr. Hyde.
A primera vista, la serie que nos ocupa, Little
Britain, puede parecer la versión inglesa de Los Morancos de Triana,
pero sólo a primera vista. Originalmente un programa de radio, su paso a
las pantallas (nada menos que en la BBC) nos ha descubierto un mundo de hooligans
y travestidos, homosexuales que van a su bola, policías ineptos, monitoras
racistas, tarados mentales, tocapelotas profesionales, hipnotizadores sin
escrúpulos, señoras de recia moral y profundo desprecio hacia todo aquello
que no encaja con su manera de ver el mundo prístinamente blanco y anglosajón.
De la mano de dos cómicos todoterreno como son Matt Lucas y David Walliams,
capaces de cambiar de
aspecto, voz y acento con una facilidad de vértigo. Al contrario que
nuestros cómicos sevillanos (con quienes, insisto, tienen algún punto de
contacto) su parodia es ferozmente anarquista, no necesitan de famosos
venidos a más para lanzar sus puyas, se refocilan en lo escatológico y el
mal gusto y dan rienda suelta a su vena histriónica sin importarles el qué
dirán (y se puede decir mucho sobre ese espejo tal vez no demasiado deforme
que plantan al espectador justo delante de sus narices); también, al
contrario que cualquiera de nuestros cómicos televisivos, dominan a la
perfección el tempo del sketch: no esperen
ustedes un gag largo donde predomina la improvisación y las
risas tontas de quienes están encantados con sus propias gracietas: aquí
lo que funciona es la repetición de la escena, la catch-phrase, el
puñetazo corto. Cada uno de los pequeños fragmentos donde se retrata la
Inglaterra que algunos amamos y otros (posiblemente los propios ingleses)
aborrecen, es una pequeña gran carga de profundidad donde el espectador no
puede más que volverse pronto cómplice de las tropelías y la inmensa mala
leche de estos dos que parecen ser muchos.
Es
difícil no entrar pronto al trapo y disfrutar, aunque sea políticamente
incorrecto, de las parodias algo zafias de Matt y David y con encandilarse
con uno o muchos de sus personajes (les juro que a veces cuesta distinguir
quién es Matt o quién es David, y
hasta reconocer si son ellos o son otros actores). Sin miedo a recurrir al nonsense,
e imagino que con una nota heredada de los Monty Python en este aspecto,
destacan en esta cuadra de especimenes británicos la adolescente Vicky
Pollard, criticona, cutre, abusiva y madre adolescente (imagino que lo más
parecido a una "cani" que podríamos imaginar); el cruel (y falso)
tetrapléjico Andy Pipkin y su engañado cuidador Lou; la obesa y
exhibicionista Bubbles de Vere,
una versión británica de Blanche Du Bois ; Sebastián Love, el enamoradísimo
y gay secretario del Primer Ministro Británico (interpretado por Anthony
Head, Giles en Buffy Cazavampiros); la
antipática secretaria Carol Beer ("Computer says ´No´" es su
lema), o mi favorito, ese regordete y ridículo gay Daffyd Thomas que se
cree el único gay del pueblecito galés donde vive y que oculta en el fondo
a un terrible homófobo lleno de prejuicios. La parodia es atroz y
sangrante, tanto más cuando el actor que lo encarna, el propio Matt Lucas,
es también homosexual.
La
serie, que consta de momento de cuatro temporadas con episodios de apenas
veinte minutos, se emite en nuestro país en Canal +, curiosamente sin
doblar, con subtítulos, quizá porque alguien ha tenido el buen tino de
comprender que toda la riqueza de matices, acentos, voces y gestos de los
dos cómicos no podía ser traducida ni versionada (queda, entonces, la duda
de qué pueden disfrutar los espectadores que no sean versados en el RP
English ni disfruten tratando de descifrar la jerga glotal o el nuevo cockney).
En cualquier caso, es una gozada asomarse a ese mundo que está tan cercano
y tan lejano a nosotros y descubrir que si hay alienígenas en este mundo,
una buena parte están asentados más allá del Canal de la Mancha.
Archivo de La Bola de Cristal
|