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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic fantástico (XLIII)

Purk, El hombre de Piedra
Manuel y Pablo Gago
(1950)

Purk, el hombre de piedra

Los tebeos son fruto de su momento y su cultura, y por eso no es extraño que, fuera de su momento y su cultura no tengan después el arraigo que tuvieron y tanto autores como títulos pasen a ser, generaciones más tarde, olvidados por los lectores de otros momentos y otras culturas.

Es el caso de quien quizá fuera, durante muchos años, el autor español más popular de todos los tiempos, Manuel Gago, que dominó con su trabajo apresurado y lleno de pasión las décadas de los cuarenta y los cincuenta y que, recuperado para ediciones en color en los años setenta, tan sólo pudo convertirse en abanderado del factor nostalgia tan inevitable en los tebeos.

A la sombra del más conseguido y conocido de sus títulos, El guerrero del Antifaz, Manuel Gago crearía una pléyade de personajes y situaciones que repetían una y otra vez los esquemas de ese éxito, picoteando en la historia y a veces, como el caso que hoy nos ocupa, remontándose más allá de la historia.

Purk, el Hombre de Piedra, es quizá el segundo de los personajes más conocidos de Manuel Gago, o quizá lo fuera en su momento: la longevidad de su serie así lo pronostica. Rara avis en el mundo editorial español, dado más a la aventura medieval o el western, aquí el dibujante, con su hermano Pablo a los guiones, nos muestra un héroe de una pieza, como siempre han sido tradicionalmente todos los héroes, en una Edad de Piedra de cartón, pura fantasía, donde tanto el guionista como el dibujante tocan de oído e inventan de continuo excusas narrativas que les permitas alternar, con su maestría carácterística, la aventura pura y dura con el folletín. Así, Purk se nos presenta ya desde el primer número como un joven fuerte, recio, noble y enamorado, a cuyo alrededor, y el de su amada, se tejerán mil y una tramas de celos, envidias, traiciones, combates, y sobre todo carreras a pie, muchas carreras a pie, siempre con su amada Lila agarrada a su cuello. Salpimentando una historia que, con martices, podría haberse desarrollado en cualquier otro enclave, Purk se enfrentrá a dinosaurios, gigantes, monstruos, plantas carnívoras, hombres alados, serpientes, grifos, y en general todo aquello que se le apetezca a los creadores: fantasía pura y dura que además no tenía, tal vez, más influencias gráficas y temáticas que la vieja historia de Flash Gordon en el país de los hombres de las cavernas y el recuerdo de la primera adaptación de Hace un millón de años al cine.

Purk, el hombre de piedra

Un tebeo desmesurado, ingenuo, parte de nuestro acervo cultural, parte de nuestro tradicional improvisación creativa, Purk el Hombre de Piedra (siempre limpio, siempre noble, siempre enfrentado a hombres primitivos barbudos y desaliñados, siempre esquivando pasiones amorosas y siempre centrado en su amor de toda la vida), queda como uno de los más logrados intentos del tebeo español por explorar el mundo de la fantasía, y todavía hoy podemos decir que, pese a sus limitaciones, asomarse a sus añejas páginas y comprender que la historia hay que interpretarla con el cuentagotas de la entrega semanal de cada cuaderno apaisado, nos lleva a aquellos años de sequía imaginativa, a una España triste donde la evasión la ofrecían unos tebeos de papel que contenían toda la magia y toda la fantasía necesarias para pintar de colores la existencia.


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