[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ recomendados ] [ nosotros ]
Las visiones de Lucrecia
Las visiones de Lucrecia
José María Merino
DeBolsillo, 2002

Edición de bolsillo de esta novela histórica de José María Merino que recibió el Premio Miguel Delibes en 1997, con lo que la práctica totalidad de la producción narrativa del escritor queda adaptada a este económico formato sólo apto para buenas ventas.

Ambientada en la España imperial de finales del siglo XVI, el libro cuenta la historia de una muchacha que vislumbra, en sueños, catástrofes próximas. Sus profecías adquieren relevancia y son interpretadas como revelaciones divinas por mucha gente, en contra de la voluntad de Lucrecia. A raíz de esto podemos observar todas las intrigas políticas y la manipulación que la joven sufre, convirtiéndose casi en una marioneta de la que todos quieren sacar provecho. En ese sentido la obra también es una novela de aprendizaje, pues muestra el paso, primero, de la niñez a la madurez de Lucrecia y, después, el grandísimo cambio que se produce dentro de su personalidad, fruto de la experiencia.

Pero Las visiones de Lucrecia es, ante todo, una documentadísima novela histórica que plasma la crítica situación política y la intransigente y supersticiosa religiosidad de la época. Presenta una sociedad dominada por la mentalidad contrarreformista y por el absolutismo regio. La Inquisición es el ejemplo más claro del ansia de los poderosos por atajar las críticas y las ideas que provoquen desconfianza. El Santo Oficio se muestra, así, como un Comité de Salud Pública sin escrúpulos. Sus crueles prácticas están retratadas con mirada objetiva para conseguir causar en el lector el rechazo que Merino siente hacia ellas, porque, en última instancia, el libro es una denuncia de la injusticia y del autoritarismo. La parte final de la obra es, en ese sentido, el texto más duro y crítico.

Consecuencia de este afán retratista es su ritmo lento y pausado, en el que se suceden pocos acontecimientos. La introducción de una trama amorosa dinamiza algo más la novela, pero sin llegar a animarla.

José María Merino se mueve dentro de unas coordenadas muy reconocibles y características y, en esta novela, aunque la menos "meriniana" de todas, también podemos rastrear algunas constantes de su narrativa, bastante reducidas y sepultadas por el documento histórico. Es el caso de los sueños que tienen efecto sobre la realidad, que aquí se presentan como proyecciones de hechos futuros y no como una fuente de confluencia y desestabilización de la realidad (que es lo habitual en el escritor). Las visiones proféticas de Lucrecia no hacen dudar, en principio, a los personajes (ni tampoco al lector) sobre cuál es la realidad. Sin embargo, ya avanzada la obra hay algunos momentos en los que esa confusión sí se hace más patente, causando desconcierto en los personajes. A pesar de ello, no llega a afectar al lector porque el marco no tiene la fuerza y la ambigüedad suficiente para que nosotros dudemos. Los límites entre realidad y ficción están bien diferenciados y, al contrario que en otros libros del autor (como La orilla oscura), la primera no se ve amenazada y el lector puede leer el texto con tranquilidad.

Por otro lado, el multiperspectivismo hace su aparición a partir de la mitad de la novela. El narrador omnisciente deja de tener como centro exclusivo de atención a Lucrecia para introducirse en el interior de otros personajes, aportando, así, un notable enriquecimiento a nuestra visión de la situación.

A todo esto deberíamos sumar varios despuntes irónicos (sobretodo para tratar temas escatológicos o sexuales) y cierto regusto amargo de desengaño para abarcar esta novela, insisto, histórica de gran profundidad psicológica que puede descolocar a quienes busquen al Merino más típico y fantástico.

Alberto García-Teresa

[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ recomendados ] [ nosotros ]