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Drácula desencadenado
Drácula desencadenado
Brian Aldiss
Título original: Dracula Unbound
Trad. Juan José Pulido y Paloma Gil Quindós
Col. Metaluna nº 2
Celeste Ediciones & Ediciones Aqaba, 2001

En 1973, Brian Aldiss escribió Frankenstein desencadenado, una novela que nació a la vez como homenaje y reivindicación del clásico Frankenstein o el moderno Prometeo. El escritor británico pretendía llamar la atención sobre la obra de Mary Shelley, alejándola del calificativo de novela gótica para situarla en el género de ciencia-ficción, otorgando así a la escritora la maternidad del género. Años más tarde, en 1991, Aldiss decidió repetir la experiencia y volvió a emparejar al protagonista de aquella novela, Joe Bodenland, con uno de los monstruos más famosos de la literatura universal: el conde Drácula.

Drácula desencadenado es una novela a la antigua usanza, tanto en intenciones como en número de páginas, que en ningún momento llega a tomarse en serio a sí misma. Sin falsas pretensiones, con la única intención de homenajear a la mítica obra de Bram Stoker, Aldiss somete a sus protagonistas a una acción ininterrumpida en la que ciencia-ficción y terror suman fuerzas, con el puro entretenimiento como única propuesta. Bodenland y el mismísimo Stoker han de viajar por el tiempo para combatir al sanguinario conde y a toda su hueste de vampiros sedientos de sangre, recorriendo la época victoriana, el lejano siglo XXV y el aún más lejano periodo Cretácico.

Quizá lo más atractivo de este libro se encuentre en la caracterización del escritor irlandés, que se nos muestra como un auténtico libertino amante de los placeres más terrenales, y de su época originaria, de la que se da una corta pero atractiva imagen. El resto de personajes, pura decoración, aceptan sin mostrar sorpresa alguna los increibles acontecimientos y descubrimientos que se producen a lo largo de la narración. El alcohólico hijo, la devota (en el sentido más terrible de la palabra) esposa de éste, su propia mujer o el sufrido amigo bien podrían no haber existido: la novela no se resentiría un ápice.

Los vampiros, con su señor a la cabeza, responden a la particular versión de Aldiss sobre el mito. Sin halo sobrenatural alguno, su origen se cuenta entre las versiones más materialistas que de ellos se hayan dado nunca. El británico explica su existencia desde un punto de vista científico, proponiendolos parte del juego de la evolución; y no sólo les arrebata su misterio, sino que además los convierte en unos seres estériles y sin inteligencia real. Se puede decir con certeza que seguramente sea la primera vez en que el miedo a convertirse en vampiro esté justificado.

El final, acorde con el resto de la novela, es un compendio de incongruencias temporales al uso, sin pies ni cabeza, que subrayan el carácter lúdico de la novela. La honestidad de esta obra en cuanto a objetivos no ayuda a sumar puntos, sin embargo, en las escasas virtudes con que cuenta. Ciencia-ficción de otros tiempos en cuanto a simpleza, que no a calidad.

Santigo L. Moreno

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