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Alberto García-TeresaCf sociopolítica
Mundo Espejo
Alberto García-Teresa

Misoginia y subdesarrollo:
El primer siglo después de Béatrice

Amin Maalouf


Título original: Le premier siècle après Béatrice

Traducción: María Concepción García Lomas
Col. El libro de bolsillo, Biblioteca de autor, 0761. Alianza Editorial

Que un escritor curtido, espléndidamente capacitado artísticamente, de talento reconocido, se acerque, desde fuera, a la ciencia-ficción creo que es un motivo de alegría. Que pretenda escribir una novela de género con sus contrastadas armas narrativas es un hecho relevante. Es así porque el artefacto que va a resultar será, probablemente, una obra sólida, con personajes bien planteados, fluida y con una utilización inteligente del lenguaje. Y, además, va a abordar un argumento de cf, un planteamiento especulativo, si bien sin conocer su tradición (que puede llevarle a "reinventar la rueda" como desgraciadamente pasa en demasiadas ocasiones en estos casos), desde una actitud ingenua en el mejor sentido, fijándose sólo en su valor como herramienta, como útil con el cual indagar en posibilidades, en aspectos, en elementos inaccesibles para otros espacios narrativos. Es decir, empleará la ciencia-ficción con un afán especulativo y cognitivo puro y mediante una excelente capacidad literaria.

En la obra, se ha descubierto una sustancia química que permite que los embarazos den lugar exclusivamente a varones y no mujeres; sólo a niños y ninguna niña. Vendida en forma de remedio tradicional, de píldoras de ferias, puestos ambulantes y de charlatanes, consigue una difusión insólita en los países en vías de industrialización, en principio con una cultura misógina más manifiesta. Sin embargo, el descenso alarmante de nacimientos de mujeres plantea un gravísimo desequilibrio y provoca un estado de crisis mundial.

En ese sentido, la novela es un ataque contra la misoginia desde diferentes puntos de vista; desde el moral, desde el ético, y también desde el más puro pragmatismo: si no existen mujeres, no es posible la reproducción, y el ser humano sucumbirá. Es el "autogenocidio de los misántropos".

En toda el volumen el autor realiza un hábil juego donde pasa de lo individual a lo general con una pasmosa facilidad y chocante efectividad. Se trata del relato en primera persona de un entomólogo, que focaliza la atención en su relación personal con su hija, Béatrice, a quien venera con absoluto amor (no en vano, crea una nueva cronología a partir de ella, y de ahí el título del libro), y, desde ahí, traslada la atención a los importantísimos sucesos de la crisis mundial. De hecho, los capítulos siempre suelen comenzar con el personaje hablando del día a día con su familia y derivan en la narración del acontecimiento principal. Sin embargo, no estamos hablando de un relato basado en el intrahistoria, pues el problema de la natalidad se aborda plenamente. Consiste, simplemente, en una desviación del foco desde lo particular a lo concreto; el narrador salta de los sentimientos del personaje a la investigación periodística de su mujer sobre el tema, a la recreación de la situación mundial, pero de forma espléndidamente armonizada y sintética.

Esto será una constante que determinará también el tono del texto; sencillo, conciso, con cierta calidez, que consigue que las continuas reflexiones del narrador-personaje sean sinceras y que dota al conjunto de una fluidez muy llamativa (y de una apabullante constancia de la maestría narrativa de Maalouf). Igualmente, cabe resaltar la precisión de la escritura y también su facilidad para metaforizar (destacan ahí los juegos arrojados a partir de la profesión del protagonista, a partir del análisis de otras especies animales –que le lleva a concluir que la situación actual es, en definitiva, una "mala adaptación del instinto de supervivencia"–) y trasladar hechos concretos cotidianos a la visión del mundo.

De esto modo, a partir de un suceso irrelevante, intrascendente a primera vista, nos va llevando, de igual manera a como un río se dirige hacia su desembocadura, con astucia narrativa y cuidada dosificación de la información, hasta el grave drama de la obra. Esa situación, donde nacen menos mujeres que varones en un contexto machista, a pesar del caos social que se produce, es una utopía para muchos personajes, que así lo manifiestan. Lo es para determinadas sociedades misóginas (apunta a India o China), pero también para algunos dirigentes de Occidente, que ven en esta situación la panacea (el fin de los pobres es el fin de la pobreza y de la inmigración) de un mundo que no quiere asumir que la pobreza es la consecuencia del modelo actual de riqueza; que la sobreabundancia es quien provoca la miseria.
Se enfrenta así el pragmatismo contra la ética y contra los sentimientos. Y, de hecho, la confrontación de ideas es continua y explícita, pues el escritor recoge argumentos a favor y en contra de todo ello, lo cual permite, por ejemplo, apreciar una nueva perspectiva de la superpoblación.

Todo esto nos lleva a plantearnos si existe en la actualidad, en realidad, una supremacía del principio masculino de la agresión frente al principio femenino de la perpetuación, como apunta Maalouf. En la novela, es la explicación de la belicosidad de los pueblos tras el procedimiento de natalidad selectiva, pero la mirada del escritor está puesta en nuestro presente, no en elucubraciones o juegos de hipótesis. Como la mejor ciencia-ficción, Maalouf habla del futuro para reflexionar sobre nuestros días. Como dice el propio autor, "todas las monstruosidades son posibles, pero ninguna es inevitable si se está alerta", y la cf es una de las mejores herramientas para ello.
En ese sentido, lo que reclama Maalouf es sensatez. De esta manera, en el relato el protagonista crea una organización de pensadores, científicos, políticos, artistas, "la Red de los Sensatos", que pretenden concienciar a la opinión pública sobre el problema, aunque ésta se alarma realmente sólo cuando observa que el problema también empieza a afectar a sus propias naciones. Es, por tanto, un planteamiento filántropo, radicalmente humanista, lo que vertebra el pensamiento del escritor y el trasfondo de esta notable novela.

Sin embargo, es palpable una notable amargura y desilusión sobre el devenir de la Historia, que a su juicio involuciona. Todo el discurso de la obra aparece en la boca del protagonista (no en vano, él dice que este texto es un "libro testimonial" y él mismo se presenta como "un cronista"), pero la presencia detrás de él de Maalouf es transparente. Por este motivo proliferan los juicios y los pensamientos en voz alta, como hemos sugerido, que conforman una invitación al lector más que una excusa para dejar explayarse al escritor. De este modo, el autor no arroja un discurso cerrado, sino que reflexiona, valora, pregunta y no siempre es capaz de encontrar una respuesta.
A pesar de ello, Maalouf no rechaza los conflictos. Es más, afirma que "por los problemas todas las especies evolucionan". Así, considera que el siglo XXI será una etapa de soluciones, de búsqueda de salidas a todos los laberintos en los que la sociedad se ha ido embutiendo (gratuitamente) a lo largo de las pasadas centurias. Es loable la esperanza de Maalouf y su fe en el sentido común. Sólo deseo esperar que la sensatez que reclama se extienda tan rápidamente como corre la misoginia en este libro, para poder alcanzar soluciones dignas y justas antes de que sea demasiado tarde.

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