[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ nosotros ]
Antonio Romero
Paso Borgo
Antonio Romero


 

 

EL BARONET EMBRUJADO

"The maze"
("The maze" 1953).
Guión: Dan Ullman, basado en una novela de Maurice Sandoz.
Fotografìa:Harry Neumann.
Música:Marlin Skiles
Productor ejecutivo: Walter Mirisch.
Productor: Richard Heermance.
Diseño de producción y dirección: William Cameron Menzies.
Intérpretes:Richard Carlson, Veronica Hurst, Katherine Emery, Michael Pate.
80 minutos.

The Maze En los USA de los años cincuenta, la televisión comenzaba ya a disputar al cine su hegemonía como entretenimiento de masas. Hollywood decidió contraatacar ofreciendo experiencias imposibles para la pequeña pantalla, como los films "en relieve". De entre todos los films acogidos a tan efímera moda (a la que, por cierto, hace pocas concesiones), "The maze" no solo es uno de los más extraños y menos conocidos, sino una pieza interesante en sí misma.

Kitty y Gerald están a punto de casarse. De viaje por la Riviera francesa, él recibe la noticia del fallecimiento de su misántropo tío, baronet de unas posesiones en Escocia. Apremiado a interrumpir las vacaciones y posponer la boda, Gerald deja a su prometida en compañía de la tía de esta, Edith, y viaja a las Highlands dispuesto a hacerse cargo de la heredad. Las semanas transcurren lentas sin que las mujeres tengan noticias del joven. Finalmente, llega una extraña misiva en la que Gerald se despide de Kitty alegando que su compromiso matrimonial es ya imposible. Abatidas e inquietas, tía y sobrina deciden hacer una visita al flamante baronet. Encuentran a un Gerald arisco, taciturno y prematuramente envejecido, señor de un castillo en el que se observan extrañas disposiciones al caer la noche: las huéspedes son forzadas a encerrarse en sus aposentos, mientras advierten que una presencia innominada vaga por los pasillos. Por si esto fuera poco, es encontrado el cadáver de una aldeana con todas las trazas de haber muerto de miedo. La mujer fué vista en las inmediaciones del laberíntico jardín cercano al castillo. Y es en el laberinto donde finalmente Kitty y Edith se toparán con la alucinante explicación del misterio: el auténtico baronet de aquellas tierras no es Gerald. Desde hace doscientos años, ha sido el mismo extraño ser, fruto de un grotesco estancamiento genético: Sir Roger, ¡una rana gigantesca de inteligencia humana! .Generación tras generación, han sido sus familiares los encargados de cuidarle y ocultarle del mundo exterior...

The Maze Viendo películas como esta uno recuerda las palabras admiradas de Jess Franco hacia la capacidad de Orson Welles para transformar un paisaje español en otro de la Inglaterra medieval en "Campanadas a medianoche", merced a una cuidadosa composición de los planos y al posterior redondeo de la ilusión en la sala de montaje; también la decisión de Francis Ford Coppola de renunciar a efectos generados por ordenador para su "Drácula" y recurrir a trucajes artesanales de probada eficacia, en pos de la sencillez y frescura perdidas tras el desarrollo del campo digital. Es eso lo que encontramos en "The maze", uno de esos casos en que tras la cámara hay un maestro que sabe saltar por encima de limitaciones presupuestarias y echa mano a (aparentemente) sencillas soluciones visuales plenas de sugerencia. Ni la discreta labor de los actores, ni un guión que administra bien las dosis de misterio pero que, hacia el final, sufre de un desangelado anti-clímax (es-la-hora-de-tomar-el-te-y-dar-las-explicaciones), ni lo paupérrimo de los efectos especiales: nada mengua la brillantez de la puesta en escena de William Cameron Menzies. Hombre excepcionalmente dotado para la disposición de los elementos que potencian una narración visual, de amplísima trayectoria como director artístico (suyos son los estilizados decorados a lo Edmund Dulac para la versión muda de "El ladrón de Bagdad"; en su trabajo reside no poca de la efectividad de "Lo que el viento se llevó", labor premiada con un Oscar), Menzies construye una atmósfera irreal gracias a esa capacidad tan propia del cine para construir espacios narrativos deducidos, intuídos tan solo en nuestra imaginación de espectadores. Obligado a rodar su historia en unos pocos decorados de parco aspecto, proyecta sobre paredes desnudas de pasillos y habitaciones las sombras de vanos que casi nunca vemos, pero que sirven para reforzar la sensación de que el espacio se prolonga más allá del plano, a veces para anunciar elegantemente personajes a punto de entrar en campo. Los exteriores del castillo están convenientemente envueltos en sempiterna niebla; solo se nos muestran unos pocos metros del laberinto (y probablemente los actores pasan una y otra vez por el mismo lugar), en los planos generales del mismo se recurre a una maqueta, y nunca veremos su zona central, ese lugar donde, nos aseguran, hay una charca en la que noche tras noche el baronet refresca su cuerpo inhumano (solo escuchamos el chapoteo). Pero, repito, todo esto poco importa: la belleza de estos casos reside precisamente en el ingenio invertido para burlar carencias.

The Maze Se ha dicho a veces que esta película tiene elementos "lovecraftianos": imagino que la mera presencia de un hombre-batracio basta para disparar tales resonancias. La semejanza se me antoja, sin embargo, demasiado forzada. Los claros referentes de "The maze" son, por un lado, el novelón gótico a lo Radcliffe, Brönte o Du Maurier (el protagonismo femenino, las motivaciones de la heroína -salvar a su amante de un destino oscuro y terrible-, la ambientación -castillo con un enigma a resolver-, pasando por la explicación...racional... de los sucesos, y por la técnica de relato-marco empleada -tía Edith es la que cuenta el caso, abriendo y cerrando la narración-). Por otro, bebe de los cuentos de hadas clásicos (qué es, si no, ese noble convertido en rana inmortal que conserva sentimientos humanos, y que vaga por los pasillos de su castillo acompañado por criados que ocultan sus hechuras monstruosas tras una sábana; una criatura triste que, lejos de atacar, huye de los intrusos). Como puede verse, estamos muchísimo más cerca de Madame Leprince de Beaumont, que de los horrores acuáticos descritos por el de Providence.

 


Archivo de Paso Borgo
[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ nosotros ]